Jamás en su vida Mitchell pensó que estaría presenciando cómo Killian se besaba con lengua a un dios antiguo contra uno de los estantes del almacén del supermercado.
En serio.
De todas las cosas ésto era lo menos esperado.
Mitchell ni siquiera sabía qué decir. Sólo se quedó inmóvil viendo cómo Killian hacía un esfuerzo tremendo por tragarse la lengua de Drancour. Pasaron alrededor de quince minutos antes de que Mitchell finalmente pudiera reaccionar. Empezó a reírse a carcajadas, lo que terminó por separar a la pareja.
Killian lucía más irritado que avergonzado, lo que solo aumentó las risas de Mitchell. Ésto era increíble. Ver a Killian actuando así cuando desde siempre había sido tan rígido era demasiado divertido.
A Mitchell le agradaba verlo así.
—¿Que haces aquí?— preguntó Killian con el ceño fruncido.
Mitchell se encogió de hombros.
—Aquí trabajo, por si no lo recordabas.
—Ya se, pero se supone que hoy no debías venir— murmuró Killian de mala gana.
—Me llamaron de imprevisto…— empezó Mitchell, solo para detenerse cuando una revelación le llegó. —Espera un segundo ¿te aprendiste mi horario para saber si podías besuquearte con Drancour?
Killian se ruborizó.
—No es cierto.
El rubor decía la verdad, así que Mitchell se consoló a sí mismo con la certeza de saber que de hecho Killian se había memorizado cuál era su horario solo para besarse con Drancour en el almacén.
Mitchell siguió riéndose aún cuando Killian se largó del almacén con una expresión enojada. Ah, era tan divertido verlo así.
Mitchell siempre quiso mucho a su querido amigo pelirrojo. Aunque Killian al principio lo odiaba y no hacía ningún esfuerzo por ocultarlo, la verdad es que siempre tuvo un lugar especial en el corazón de Mitchell. Lo veía como a un amigo a pesar de todos los malos tratos que recibía, los comentarios crueles y los insultos que siempre oía susurrar al pelirrojo.
A Mitchell nunca le molestó demasiado que Killian fuera así. Era cruel pero en sus ojos había tristeza. Una tristeza que Mitchell trató de aliviar con su amistad.
Sin embargo hacía falta Drancour para alegrar al amargado Killian.
Desde que estaban juntos todos era más sencillo. Killian era más alegre, a su manera.
Pensar en eso hizo que Mitchell pensara inevitablemente en su propio dios antiguo.
Raheeg.
Mitchell frunció el ceño al pensar en la última vez que se vieron.
» Raheeg no dejaba de seguirlo a todos lados.
Mitchell no entendía por qué.
A pesar de lo que Killian dijo y de lo poco que alcanzó a comprender de su primera conversación con Raheeg, no quería dejarse llevar por todo lo que estaba pasando. Por lo que aparentemente era su destino.
Mitchell nunca quiso algo así. Su vida siempre fue simple y vacía.
No tenía esperanzas de vivir algo magnífico. Su vida debía ser tan mundana como fuera posible.
No sabía con lidiar con esas cosas.
Raheeg era amable. Era guapo también pero Mitchell no podía fijarse solo en eso. No, quizás debía tomar en consideración el hecho de que era un dios y podía manipular el agua mágicamente. Eso era suficiente para hacerle dudar de absolutamente todo lo que conocía del mundo.
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La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)
General FictionKillian es un Doncel poco convencional. En una sociedad dónde los Donceles son en su mayoría mimados como criaturas exquisitas, él es todo lo que nadie quiere ver en un Doncel. Amargado, violento, fácil de irritar y muy odioso con los demás. Vive un...