Capítulo 21.

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Killian no sabía cómo sentirse con respecto a su mejor amigo siendo el destino de Raheeg, uno de los hermanos de Drancour que hasta ese momento no había hecho nada para ayudarlos en la guerra.

¿Era Killian rencoroso?

Sí. Demasiado.

¿Desconfiaba de Raheeg?

Sí. Demasiado.

¿Quería arrancarse el cabello?

Si. Demasiado.

Justo ahora Killian se encontraba acostado en medio de su sala, con el ceño fruncido y los ojos fijos en el Dios del Agua que dormía sobre el sofá. Era extraño verlo. Su cabello parecía oscilar entre el amarillo y el blanco con el paso de los segundos. Además tenía la extraña cualidad de que no respiraba. Su cuerpo estaba completamente quieto mientras dormía, lo que para Killian era en extremo desconcertante y aterrador de presenciar.

Al otro lado estaba Mitchell, todavía inconsciente y con muchas heridas pequeñas a lo largo de su cuerpo. Su cara sobre todo tenía muchos raspones que ya estaban oscureciendo. 

Killian pudo ver qué el lazo existía entre ellos porque apenas los habían alejado un minuto empezaron a retorcerse y balbucear el nombre del otro. Ambos requerían la presencia del otro.

—Se han unido a través del dolor.

Drancour fue tan silencioso antes de ese momento que Killian no pudo evitar pegar un salto cuando sus voz resonó en la sala. Luego de un momento Killian se calmó lo suficiente para preguntarle que había dicho sin molestarse.

Drancour se lo explicó con facilidad.

—Cuando un destino se encuentra con su Dios, generalmente los unen sentimientos agradables como la alegría de encontrarse o la emoción de descubrir algo nuevo. Estás emociones hacen posible que se conozcan y desarrollen un vínculo fuerte. En su caso, lo que sintieron al encontrarse fue el dolor mutuo. Hasta que uno se cure del todo, no podrán estar separados.

Killian suspiró cuando las palabras se asentaron en su mente.

No podía negar que tenía sentido. Incluso él, que conoció a Drancour en una situación horrenda, no estaba abrumado por el dolor sino por el alivio de sobrevivir y la confusión por lo sucedido. Su vínculo con Drancour era entonces menos intenso que aquel compartido por Raheeg y Mitchell.

Devolviendo su atención a los dos inconscientes, Killian de repente notó que las manos de Raheeg estaban creando círculos de agua entre sus dedos. Se veía lindo, sí, pero lo único que pasó por la mente de Killian fue que definitivamente no iba a trapear si se mojaba el suelo.

Que lo hiciera Drancour.

Para eso era su destino.

—¿Cuánto crees que tarden en despertar?— preguntó Killian, apoyando su costado izquierdo en el marco de la puerta.

—Raheeg tal vez una hora. Mitchell dependerá de Raheeg.

—Hmm.

Killian se conformó con eso y subió a su habitación.

Drancour se quedó cuidando a los invitados. No tenía opción si quería evitarse un reclamo de parte del pelirrojo.

Killian abrió su puerta con cuidado antes de entrar. No quería causar tanto ruido porque podría despertar a la ocupante de su habitación. En otra ocasión habría estado más que dispuesto a lanzar la puerta de golpe, mas tuvo consideración por el dilema en el que se hallaba.

La bebé dormía plácidamente en su cama, arropada con sus sábanas, disfrutando de su peluche favorito.

Killian estaba por encima de envidiar a una bebé. Pero no estaba por encima de sentirse desplazado por tener que acomodar a una bebé que no era nada suyo. No por sangre al menos, aunque eso tampoco habría importado. Solo sabía que por esa bebé tenía que ver la manera de dormir en una de sus sillas. No quería aplastarla si dormía en la cama.

La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora