Capítulo 36 | Tate

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Es increíble la fragilidad con la que están construidas las relaciones, que al menor traspié se van al caño.

Han transcurrido cinco días, eso es casi una semana desde nuestra boda, casi una semana desde que tuvimos relaciones como si nos quisiéramos devorar mutuamente. Recordarlo me pone mal, porque independientemente de que me suba una descarga por la columna, recuerdo que fue el último día bueno. No es que todos estos días hayan sido verdaderamente malos, pero es fácil notar que algo cambió.

Nos convertimos en un par de personas que se comunican por medio de monosílabos estrictamente dichos sólo cuando es necesario, de otro modo ambos guardamos silencio y seguimos en lo nuestro. Podría poner de excusa que se debe a que ya no está mucho en casa. Su último partido fue ayer y hoy ha salido no sé a donde exactamente, pero no ha estado aquí en todo el día. Por otro lado, yo me he dedicado de enviar mi currículum a todos los lugares posibles. Esto de depender del dinero de alguien más es tedioso. Principalmente cuando sé que Ledger no tiene ningún deber en hacerse cargo de mí y mis necesidades. No importa que quiera hacer nuestra farsa más creíble. No lo quiero.

Pensar en nuestra situación de ahora me pone nerviosa. Siguen sin llamarnos para programar la cita con la USCIS, pero de todos modos no puedo dejar de pensar en que todo se podría ir al caño por nuestro comportamiento. ¿Cómo podría el entrevistador creer que nos amamos? Alguien que ya ha entrevistador a muchas parejas ha de tener un ojo muchísimo más desarrollado que Melissa y la familia de Ledger, sin duda alguna, así qué, ¿Cómo podríamos hacer eso?

La única conversación extensa y normal que hemos tenido fue al llegar a casa. Al parecer Ledger se creyó por completo que realmente me iría y acabó suplicándome que me quedara, que siguiéramos adelante con esto. En algunos momentos pienso que, si esta situación no fuese tan complicada, definitivamente ya estaría fuera de esta casa, lejos de aquí. O en prisión, no sabría exactamente.

Ledger se esfuerza. Nunca me lastimaría a propósito, lo sé porque es algo que yo tampoco le haría, pero temo que sus sentimientos estén tan enredados que simplemente no puede pensar con claridad. Es extraño que sea yo quien esté manejando la situación con tanta calma. Creo que por tanto tiempo Ledger se esforzó en ser el sensato y pacífico que ha sido su momento de estallar. Últimamente no hablamos, pero no puedo evitar preguntarme qué pasará por su cabeza.

Y es extraño reconocerlo, pero echo de menos los días antes a nuestra boda. De todos modos, no me arrepiento de lo que hicimos. Espero que él tampoco lo haga.

La puerta principal se escucha y aunque el impulso de levantarme y salir a la sala para saludarle me invaden, me obligo a quedarme sentada en el banco y seguir comiendo mi ensalada de frutas. Unos minutos más tarde, Ledger asoma la cabeza antes de entrar por completo y dejar un paquete de galletas sobre la isleta y poner algo que no alcanzo a ver en el banco al otro extremo de donde me encuentro yo. Tampoco le doy importancia.

Me como el último trozo de sandía y me bajo para lavar mis cubiertos y huir a mi habitación. Sin embargo, reconozco la cercanía de Ledger junto a mi espalda demasiado rápido. Me tenso sin querer hacerlo.

-¿Cómo has estado?

Una sonrisa un poco histórica tira de mis labios.

-¿Decidiste que vas a dejar de ignorarme? -me quito el jabón de las manos, las seco y me volteo. Está serio, y definitivamente no está orgulloso de su actitud en los últimos días- He tenido días mejores. Voy a subir, estoy cansada.

-Espera -su mano rodea mi muñeca con decisión. Primero se queda unos segundos sólo sosteniéndola, antes de tirar sutilmente de mí hasta acercarme a él-. Lo siento si te he lastimado.

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora