Día 23: Nueva Posición

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Para Jeonghan, tener pareja era algo nuevo. No lo malentiendan, él siempre quiso tener una relación estable, una donde la confianza y el respeto fueran las bases, pero tuvo tantos problemas para conseguir una pareja lo suficientemente madura mentalmente que, recién a los 26, la pudo tener. A pesar de intentarlo antes, no lo había conseguido.

Seungcheol era el príncipe azul con el que había soñado desde siempre. Si había algún problema lo hablaban, si alguno se sentía incomodo con algo se decía y respetaban y valoraban la opinión el uno del otro. Claro que, eso era lo mínimo que debía tener una relación.

Pero no siempre se cumplía el último punto, como ahora.

— ¡Ya te lo dije! — gritó Jeonghan — ¡Es asqueroso!

— ¡No te atrevas a decir eso! — respondió Seungcheol del mismo modo. Levantó el celular, dispuesto a terminar con esa discusión de una vez por todas, pero Jeonghan arrojó uno de los cojines y logró tirar el aparato. Afortunadamente cayó en la alfombra.

— ¡Choi Seungcheol! ¡Llegas a ignorarme y te juro que te dejo estéril!

— ¡SOLO ES UNA MALDITA PIZZA CON PIÑA, JEONGHAN!

La cara de espanto que puso Jeonghan en ese momento le hizo soltar una carcajada al mayor de los dos. El asco que el castaño sentía hacia esa comida era increíble y siempre que pedían una pizza terminaban discutiendo si con piña o sin piña.

— Esa es una calamidad que hizo que los dioses nos odiaran y por eso nos enviaron tantos problemas, ¡para que nos extinguiéramos por crear esa abominación!

— A ver — dijo Seungcheol, ya un poco cansado y con hambre —, podemos pedir la mitad con piña y la otra mitad sin piña.

— Mi mitad estaría igual de tóxica que la tuya, no gracias — dijo tajantemente —. La pediremos de doble queso y pepperoni y fin de la discusión.

Ambos chicos se miraron a la cara, con determinación y terquedad en sus ojos. Los dos estaban dispuestos a lo que sea para conseguir su objetivo. A Seungcheol se le ocurrió una idea.

— Hagamos una apuesta — comenzó, sonriendo al notar el cambio en la expresión de su novio. Jeonghan podía odiar muchas cosas, pero los juegos no eran parte de ellas.

— Te escucho.

— ¿Recuerdas el otro día, donde hablábamos de que a veces uno duraba más sin correrse que el otro? — preguntó.

— Si, explícate —. La cara de confusión de Jeonghan era un poema, Seungcheol le sacaría provecho.

— Por qué no, en lugar de gritar y discutir, resolvemos esto de otra manera —. Comenzó a acercarse, lentamente, cazando a su chico. Este por su parte no retrocedió, sino que se dejó hacer, dejando de lado la discusión sobre la pizza. Solo un poco —. Hagámoslo fácil: el primero que se corra, pierde.

— Sabes que en estas apuestas cada uno pone una condición — le recordó Jeonghan. Puso sus brazos alrededor del cuello de Seungcheol y este rodeó la cintura de su novio, pegando ambos cuerpos.

— Dime tu condición —. El pelinegro comenzó a repartir besos en el cuello de Jeonghan, obteniendo pequeñas risas y quejidos cuando subió a su oreja.

— No puedes tocar mi miembro — dijo el castaño. Escuchó la risa de su novio, señal de que sabía que era algo que Seungcheol solía utilizar para que se viniera más rápido —. Tu condición es...

— Tú arriba.

Jeonghan se congeló por un instante. De todas las cosas que podía pedir, precisamente aquello.

30 Days Smut Challenge - JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora