Día 17: Sexo Matutino

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Seungcheol sabía que a su novio le encantaba ir a la playa, era su lugar favorito en todo el mundo y podía fácilmente mudarse a ella si no fuera por la universidad. Por tal razón, casi todos los fines de semana iban a esta, llegando a una pequeña cabaña que Jeonghan había comprado para no tener que alquilar siempre que fueran. Pero había algo que no entendía y que admiraba mucho de su pareja.

Levantarse a las cinco de la mañana para estar allá a las siete y que, desde que se despertaba, Jeonghan tenía la misma energía que un niño de diez años.

En cambio él simplemente se tiraba a la cama apenas llegaban y no se despertaba hasta las once como mínimo.

Ahora estaban de camino a la cabaña, Jeonghan cantando alegremente las canciones que él mismo colocaba en la radio, mientras comía una manzana. En serio, Seungcheol no entendía como tenía tanta energía tan temprano.

– Amor, detente un momento en la tienda, por favor – pidió Jeonghan al ver que estaban cerca de esta. Seungcheol frunció el ceño, no les faltaba nada para ese fin de semana, el mismo Jeonghan se encargaba de empacar todo y en la cabaña casi nunca faltaba nada. El castaño noto su reacción – solo quiero comprar algo de comida para la cena, hay una receta que quiero probar.

– Pensé que habías comprado todo para tu receta semanal – dijo Seungcheol mientras se estacionaba afuera de la tienda. Era costumbre de ellos cada cierto tiempo probar nuevas recetas cuando iban a la playa, Jeonghan encargándose de la cena y Seungcheol del postre.

– Y lo hice, solo que mi hermana acaba de avisarme que deje la carne en la mesón de la cocina – Seungcheol solo pudo reírse. Jeonghan solía ser un poco despistado y, aunque empacara todo lo necesario una noche antes, casi siempre se le olvidaba alguna cosita, como la carne en ese momento.

Jeonghan bajo del auto, caminando hasta la tienda y adentrándose en ella. Seungcheol podía verlo desde donde estaba gracias a las ventanas del local. Lo observo hablar con la pareja dueña de la tienda, quienes ya los conocían por lo seguido que iban al lugar.

No pudo evitar sonreír al mirar a su novio. Era un hijo de perra con mucha suerte, Jeonghan lo había cautivado desde que tenían quince, volviéndose una pareja a los diecisiete y estando juntos hasta ahora, que ambos tenían veinticinco. Le gustaba recordar que ambos eran todas las primeras veces del otro, el primer beso, la primera vez, la primera relación; le gustaba imaginarse todo un futuro al lado de Jeonghan, sabiendo que, mientras estuviera en su poder, ese futuro sería posible.

Mientras tanto, dentro de la tienda, la señora Ahn miraba enternecida a Seungcheol, no evitando soltar una pequeña risa, llamando la atención de su esposo y de Jeonghan.

– En definitiva tienes a ese chico comiendo de tu mano – le comento mientras señala al joven fuera de la tienda. Jeonghan bajo la mirada avergonzado, admitía que le encantaba la manera en la que Seungcheol lo miraba, sabiendo que, posiblemente, esa era la misma cara de bobo con la que él miraba al pelinegro.

– Y él a mí me tiene en su mano, noona – la mujer suspiro encantada, adoraba la relación de esos dos.

– Salúdalo de nuestra parte, querido – se despidió mientras le entregaba su pedido.

Jeonghan salió de la tienda sonriendo, se detuvo en la puerta de está viendo directamente a su Seungcheol, recibiendo un guiño de parte de este haciendo que el castaño empezara a reír.

Definitivamente, se amaban.

Retomaron su camino, solo les quedaba una media hora de viaje así que decidieron hacerlo en silencio, Seungcheol deseoso de llegar a la cabaña para echarse a dormir hasta que sea la hora del almuerzo.

30 Days Smut Challenge - JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora