Capítulo 45. Once años después.
Jerusalén, 1196
Habían pasado 11 años y 5 meses desde la muerte de Balduino y la guerra que enfrentó a Jerusalén y a Damasco contra Guido y Chatillon.
Arya había sido durante todos estos años la regente de su hijo Balduino, al cual había educado para ser un Rey recto y digno como su padre. Su digno heredero.
Mientras que Tiberias y Akram le habían enseñado el arte de la espada. Ya que debía ser también un valeroso guerrero.
En los últimos dos años, había hecho que se fuera responsabilizando de las tareas del Reino, para así cuando llegase este día, estuviera preparado.También había educado y cuidado, a sus otros dos hijos, Priya y Amalarico. A los cuales le dió una educación excepcional para que fueran un apoyo para su hermano y pudieran valerse por sí mismos.
Por otra parte, hoy era un día muy especial para Arya, ya que coronarían a su hijo Balduino, como Rey de Jerusalén, por su mayoría de edad. Los quince años.
Arya había conseguido que los tres hermanos fueran unidos. Sabía que era lo que quería su difunto marido. El cual, por su enfermedad no había estado muy unido a sus hermanas.
Todo se estaba preparando para la coronación. Tanto el Palacio como la catedral, ya que primero la coronación seria en La Catedral y posteriormente una fiesta en el Palacio.
Arya se encontraba mal desde hacía unos días, tenía el cuerpo destemplado y le dolía la cabeza, pero tenía que arreglarse para la coronación. Debía ir, era la Reina Madre, la madre del Rey. Debe acompañarle. Debe hacerlo por su marido. Sabe que él querría que le acompañase en estos momentos. Cuanto lo echaba de menos. Aún su corazón estaba roto por su pérdida, 11 años después.
Fue a arreglarse, se dió un baño tranquilamente, recordando a su marido, se maquilló, se puso un sari que tenía de color azul cerúleo muy hermoso. Usaba el azul cerúleo porque era el azul que usaban como color significativo de la monarquía del Reino.
Cuando estuvo arreglada se dirigió a los aposentos de su hijo para acompañarle hasta la catedral.
Le hizo una reverencia y se acercó para abrazarlo y besarlo.
- ¿Cómo se encuentra? ¿Está preparado? - le preguntó.
- Mamá, no me gusta que me hables así ni que te reverencies. - dijo Balduino.
- Es lo que debo hacer. Ahora va a ser coronado. - le dije Arya.
- Aunque sea así, por favor. - pidió Balduino.
- Está bien. Solo porque eres tú. - le respondió Arya mientras le abrazaba apoyando su cabeza en el hombro de su hijo. Era tan alto, hermoso y cálido.
Justo en ese momento sus otros dos hijos entraron en los aposentos y reverenciaron a su hermano.
- Ya es la hora. Debemos ir hacia la catedral. - dijo Priya. Sus profundos ojos azules, hacían recordar a los de su padre. Era su viva imagen, pero sin la maldición de la lepra.
- Si, debemos irnos ya. - dijo Balduino, mientras Arya le ponía una capa blanca sobre los hombros. Debajo llevaba un sobresta azul con el escudo de la casa real en dorado.
Todos se dirigieron hacia las caballerizas, donde se montaron en sus caballos. Primero iba Balduino, como soberano, seguido por sus hermanos y por su madre.
Nada más llegar, se bajó del caballo junto con sus hermanos y su madre. Estos le recolocaron la capa y entró a la catedral seguidos de estos, que le sujetaban la capa por el pasillo central de la catedral hasta llegar al altar.Arya recordaba cuando se casó con su marido. Fue uno de los días más hermosos de su vida, después de dar a luz a sus hijos. La catedral también estaba a rebosar pero eran ellos los que atravesaban el pasillo para cambiar sus vidas para siempre. De sus ojos salieron unas grandes y largas lágrimas. No pudo controlarse.
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En tierras extrañas
Historical FictionArya emprende un viaje desde uno de los lejanos reinos de la India al Reino de Jerusalén. El motivo de este extraño viaje es buscar a su hermano desaparecido y llevarlo de vuelta a casa. Allí se encontrará con el que llaman el rey leproso, el cual i...