Capítulo 3. El viaje se inicia. Comienza la búsqueda de Jaidev

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Capítulo 3. El viaje se inicia. Comienza la búsqueda de Jaidev.

Gangaikonda Cholapuram, 1179

En cuanto comenzó el amanecer, Arya se levantó y comenzó a arreglarse para el viaje que comenzaría poco tiempo después.

Se dirigió hacia el baño, ya que sabía que tardaría bastante en darse un buen baño. El viaje iba a ser largo. Muy largo. Y deseaba darse un buen baño, antes de partir.

Se tomó su tiempo, dándose un buen baño, con los mejores jabones y hierbas aromáticas. Se intentó relajar lo máximo posible, pero su mente divagaba demasiado.

Seguía preocupada de no estar a la altura de la misión impuesta por su padre y de no poder encontrar a su hermano. Dudaba de si seguía en las tierras de Jerusalén o si había sido enviado a otra zona. Y si esto era así, tendría que pensar en cómo iba a hacer las cosas. También le angustiaba enormemente, pensar que su hermano hubiera muerto y no poder verlo de nuevo.

A eso había que añadirle, la molestia que le causaba que su primo Anand, le acompañase. No le apetecía estar escuchándolo día y noche, ni compartiendo el mismo espacio. Pero, no le quedaba otra cosa más qué atenerse a la situación. Máxime, si quería encontrar a su hermano.

Cuando terminó el baño, cogió una toalla, se secó con ella y fue a su habitación de nuevo para vestirse. Se puso la ropa más cómoda que tenía y de colores algo más apagados, de los que habitualmente se solía poner. Era lo mejor; el camino iba a ser largo y debía ir cómoda y por otra parte no quería llamar la atención. El camino era peligroso y no quería ser un blanco fácil.

Se recogió el pelo en una trenza y se arregló algo el rostro. Una cosa, que no fuera a llamar la atención y otra que su rostro pareciera enfermo y cansado.

La sirvienta, le había dejado el desayuno dentro de la habitación. Lo comió con rapidez, ya que quería bajar lo antes posible.

Se había retrasado mucho por culpa del baño y no quería hacer esperar más a los demás. Además quedaría muy mal si se retrasaba. No quería dar mala imagen.

Tras terminar el desayuno, se despidió de sus hermanos, que dormían en sus respectivas habitaciones, recogió sus cosas y se dirigió a la entrada de su casa, donde le esperaban sus padres, su primo y otros tres hombres de confianza de su padre, que les acompañarían durante el viaje.

- Ten buen viaje. - dijo su padre con Lágrimas en los ojos. - Y sobre todo ten mucho cuidado.

La madre la abrazó con fuerza.

- Te quiero mucho. Cuídate mucho y ten cuidado porque el viaje es tremendamente peligroso. - le dijo que madre con la voz entrecortada y a punto de ponerse a llorar. - trae a tu hermano con vida, pero protege también la tuya. Para mi eres importante también.

- No te preocupes, madre, me cuidaré mucho. - le contesta Arya bastante emocionada.

Su padre la aparte un momento, para decirle:

- Esto no quiero decírtelo delante de tu madre porqué se que no lo aprobaría, pero considero que debería darte está información. El rey de Jerusalén, conocido como el rey cerdo, por lo que dicen, es un rey bastante tolerante. Si necesitas algo, seguramente no tenga ningún problema en ayudarte. No tengas miedo por su lepra. Sé que aquí son considerados intocables, allí tampoco es muy diferente. La suerte de él es haber nacido hijo de rey y poder convertirse en uno... pero es, como muchas otras enfermedades que aún no podemos curarlas. Cuidados hay que tener con muchas de esas también....no sé si me explico.

- Perfectamente, padre.- dijo Arya. Le resultaba extraño, que su padre fuera tan relajado con ese tema, ya que la lepra, era una enfermedad maldita.

- Antes de irte, te doy este anillo. Lleva mi sello personal como general, por si necesitas hablar con él....O lo necesitas por algún otro motivo. - le dijo su padre, entregandole dicho anillo y dándole un fuerte abrazo. - Eres una muchacha muy valiente.

Arya, se acerca tanto a su primo, como a los otros hombres y se sube al caballo.

Con los ojos llorosos, comienza el viaje hacia Jerusalén.

No quiso voltear la cabeza por miedo a no poder realizar el cometido que su padre le había pedido.

Tras un largo tiempo en silencio, cada uno pensando en una cosa, Anand se dirigió a su prima, Arya.

- Querida prima, ¿Qué te dijo mi tío que no pudo ser escuchado por nosotros cuatro?

- Quería despedirse de mí a solas. Darme ánimos ante el viaje que debemos acometer. Nada más. - dijo Arya con cuidado. No quería darle demasiada información sobre la conversación que habían mantenido. Si su padre hablo con ella a solas, era por algo, y no solo por su madre.

- Pero, lo que te dijo sería algo importante. - volvió a comentar Anand, con voz bastante inquisitorial.

- Si hubiese querido despedirse de ti solas, tuvo tiempo, antes de que salierais a la entrada de vuestra casa. 

- No hay nada que me haya dicho, que te pueda interesar a ti o a algunos de vosotros, ni que tampoco sea importante. - respondió Arya con una voz contundente. - Como se haya querido despedir de mi, mi padre, es asunto nuestro, no tuyo Anand.

No quería comentarle, lo que le dijo sobre el Rey leproso. Sabía cómo era su primo. Y sabría que si se lo decía, le quitaría el anillo y se negaría a pedir ayuda a un leproso, por mucho que fuera rey y pudiera ayudarlos.

También, habría que estar escuchándole durante todo el viaje. No era un hombre que supiera estar callado. Tampoco le interesaba estarlo.

Realmente, eso no le apetecía mucho.
Si fuera por los hombres de su padre, Madhur, Harí y Devdan, no tendría problema en comunicárselo, porque aunque fueran personas, que tuvieran ideas negativas hacia las personas con lepra, a los que todos consideraban intocables, y se creyeran todas las supersticiones que hay alrededor de estos, entenderían la situación. Sabrían que habría que hacer un esfuerzo. Un esfuerzo para encontrar a su hermano.  Pero Anand, no. Para Anand estaba por encima las ideas de las casas y las supercherías.

- ¿Dices la verdad? No me gustaría que nos estuvieses mintiendo y nos escondieras cierta información necesaria. - volvió a comentar Anand, intentando sonsacar información. - Si hubiese algo importante me gustaría saberlo. Es la única forma de encontrar a mi primo.

-Si hubiese dicho algo importante, sería la primera en comentarlo. - respondió Arya con frustración. - Te recuerdo que Jaidev es mi hermano. Y soy la primera en querer encontrarlo.

- Eso espero, prima. No quiero sorpresas durante el viaje. - dijo Anand, mirando a su prima.

- No te preocupes, primo. No tendrás sorpresas.

Los siguientes días y semanas de viaje, estuvieron en completo silencio. Con un ambiente enrarecido, que se había creado tras la discusión de Anand y Arya.

En los momentos de descanso, Arya dormía en una tienda de campaña distinta de ellos. Sola. Ya que era una mujer y no estaba bien visto que durmiera al lado de un hombre, pero eso no evitaba, que uno de ellos le mirase desde fuera de la tienda de campaña todos los días, durante un rato, desde un punto, que los demás, no pudieran verlo.

Arya sabía quién era: Anand. Sabía que estaba obsesionado con ella y agradecía que los otros hombres, les acompañasen. Así, se aseguraba de que no fuera a más, que unas miradas lascivas desde fuera de la tienda de campaña o desde su caballo, mientras estaban en movimiento.

Aún así, dormía con la pequeña daga, que su padre le había obsequiado, la noche antes de irse. Nunca sabía que podría pasar. Y ella debía protegerse para así encontrar a su hermano.
Su primo había sido muy insistente, en un acuerdo de matrimonio entre los dos, y aunque sus padres no habían accedido y le habían parado los pies, la propuesta seguía en pie y sus ojos demostraban la necesidad que tenía de poseerla y la obsesión que tenía por ella.

Sabía que, con o sin matrimonio, su intención era poseerla. Lo sabía desde hace tiempo.

Era terrible que no pudiera confiar en todos los miembros de la familia y que Anand hubiera podido engañar a sus padres y estos, aunque no hubieran aprobado el matrimonio, se fijarán de él y sus intenciones y permitieran que los acompañase en este viaje.

Ella entendía, que sus padres querían que viajase con algún familiar masculino, pero ella prefería a cualquiera de sus otros primos, que aunque no estuvieran tan preparados, sabía que eran decentes y que darían lo mejor de sí mismos.

El camino iba a ser muy largo.

En tierras extrañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora