En tierras extrañas

Capitulo 39. La muerte de Francesc

Capitulo 39. La muerte de Francesc.

Jerusalén, 1180

Tras preparar su ejército y prepararse él. Balduino se montó en su caballo junto con Tiberias y se dirigieron a Berthsan.
Sabían que llevaban varias horas de retraso y que tardarían al menos un día en llegar. Aún así no podía permitir que el creciese dentro de su señorío.
Además debía ir a juicio. La justicia debía caer sobre él.
Balduino estaba tremendamente molestó con Francesc y pensaba hacerlo caer.

Iban lo más deprisa posible pero indudablemente tuvieron que hacer un parón durante la noche para llegar lo mejor posible. Además de que el Rey no lo hubiera aguantado, por mucho que lo intentase.

Berthsan, 1180

Tras un viaje de un día y algunas horas, llegaron al señorío de Berthsan. Se notaba que estaban preparándose para defenderse de un ataque, pero que aún no habían terminado.

Tiberias se acercó para intentar llegar a un acuerdo. Del castillo salió uno de los hombres que recogió el mensaje de Tiberias par dárselo a su señor, pero cuando salió negó con la cabeza. Dijo que su señor no quería llegar a ningún acuerdo y que se fueran de sus tierras sino querían una batalla y aún menos que se atacará a Jaidev.

Eso enervó demasiado al Rey. Sabía que lo utilizaba por ser el hermano de Arya. Era un forma de hacerle daño y dejarle entre la espada y la pared. Quería utilizarlo para que se retirase, pero si hacia eso también podría hacerle daño y sabía que lo haría de todas formas, asique la decisión estaba bastante clara para él. Le habían dado la oportunidad de rendirse y la había tirado por la ventana.
Asique dió la orden de atacar el castillo.
Cortaron el agua y no les permitieron entrar ni salir del castillo y tras esto, empezaron en ataque hacía las murallas con catapultas. Estas respondieron con vehemencia tirando flechas.

Durante horas el ataque prosiguió, las murallas estaban bien construidas y el castillo había sido construido como una buena defensa, pero el castillo y sus murallas estaban viejas y mal cuidadas, algunas partes necesitaban cuidado y un arreglo urgente, esto hizo que el ejército de Balduino se centrará en atacar esas zonas para derribarlas, así les sería más fácil la entrada dentro.

Francesc estaba tremendamente molesto de que el Rey decidiera atacar finalmente su señorío, únicamente por apresarlo. Había hecho traer a Jaidev para tenerlo a su lado y dañarlo en caso de que perdieran esta batalla, aún cuando pensaba que podría ganar o que tenía más oportunidad para ganar que el rey Leproso. Lo odiaba. Odiaba que no hubiera entrado por su aro y en sus planes para hacerse con el poder. Ahora por culpa de eso la balanza se dirigía hacía Guido, al cuál lo veía ahora al lado del Rey, atacando su hogar. No podría ser más hipócrita. Ojalá perdiese todo lo que estaba ganando y pagase la tradición que estaba cometiendo contra él, al igual que Inés y que Chatillon, que aunque no habían ido a apoyar al Leproso, no le estaban ayudando a el. Al gran Dubois.

Mientras cabilaba y daba órdenes para defender su castillo, Balduino por otra parte estaba consiguiendo derribar la parte de la muralla más débil.
Esto hizo que su ejército pudiera comenzar a entrar dentro de la castillo y comenzaron a pelear cuerpo a cuerpo en contra del ejército de Francesc.

La batalla estaba bastante igualada, tanto en número como en capacidades, pero Francesc cometió un error terrible. Mando todo su ejército a defender la zona derribada son darse cuenta que había otra zona a punto de ser derribada.
En el momento en que lo hizo, el resto de las tropas de Balduino comenzaron a entrar y pudieron atacar a las tropas de Francesc por otro el otro bando, haciendo que no pudieran huir.

María, asustada por lo que estaba sucediendo, se escondió en una de las torres del castillo siendo seguida en esos momentos por Sayid que intentaba protegerla, sin que ella se diera cuenta hasta que llegó hasta ella cogiéndola por un brazo y escondiendola tras una puerta que había tras la base de la torre.
Allí se quedaron durante toda la batalla, intentando que nadie descubriese su escondite.