Arya emprende un viaje desde uno de los lejanos reinos de la India al Reino de Jerusalén. El motivo de este extraño viaje es buscar a su hermano desaparecido y llevarlo de vuelta a casa.
Allí se encontrará con el que llaman el rey leproso, el cual i...
Habían pasado ya varios días desde la captura de Anand y su envío a los calabozos. Balduino aún no había firmado su sentencia. Como él mismo le había dicho, en este caso, sería juzgado por él mismo y no quería que ningún otro lo juzgara por él. Era algo personal. Pero no había tenido tiempo. El trabajo se había acumulado de una manera exponencial, y había cosas que no podía retrasarlas, por mucho que quisiese.
Esto le dió tiempo a Reinaldo de Chatillon, que se había acercado a Palacio por unos asuntos de su provincia y por otro lado para darle jugosas noticias a la madre del Rey. Sabía, que dichas noticias serían aceptadas de manera gustosa. Y así aprovechaba por otro lado para conocer a Arya y hacer de las suyas.
Mientras se dirigía al despacho de Tiberias, el cual no le agradaba en absoluto, se fijó en una muchacha morena y hermosa, muy delgada pero con exuberantes pechos y caderas, que se vestía de extraña forma y que se dirigía hacía la parte de los siervos. Seguramente era la extranjera que tantos quebraderos de cabeza estaba causando
Aprovechó ese momento para acercarse a ella.
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- Perdone que la moleste, hermosa dama, pero, ¿Usted no es de aquí?¿Está perdida? - pregunto Chatillon con una sonrisa macabra.
Ella se quedó a Chatillon mirando por unos segundos.
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- No, no soy de aquí pero tampoco estoy perdida. - respondió Arya con cierto desagrado. Ese hombre no le gustaba en absoluto.
- ¿Está segura bella dama? - volvió a preguntar. - Por cierto, ¿Cómo se llama? Si puede saberse.
- Mi nombre es Arya. Y si, estoy segura que se a donde voy. - respondió Arya de forma bastante seca.
- Siento si la he molestado, hermosa dama, no era mi intención... - comenzó a decir Reinaldo pero fue interrumpido por Tiberias:
- ¿Qué haces, Lord Chatillon?
- Solo saludaba a esta hermosa dama. - respondió con una sonrisa muy libidinosa.
- Espero que no la estuviera molestando. - dijo Tiberias con bastante molestia.
- Yo nunca molesté a nadie, Tiberias. - dijo Reinaldo con rabia.
