Duele

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Me miró, bajó de su camioneta y corrió rápido hacia mí.

—Mierda, Stella, ¿qué te pasó? ¿En dónde te caíste? —dijo asustado.

—Eddie, me gustas —dije exhausta.

—Estás sangrando —señaló mi rodilla—, debes ir al hospital.

Volteé a ver y tenía una herida muy profunda en la rodilla derecha.

—¿Estás bien? —se agachó para ver la herida.

—Eddie, olvida mi rodilla, quiero hablar contigo —dije con voz entrecortada.

—Quise hablar contigo hace rato y me mandaste al carajo —me miró.

—Lo sé, lo siento —negué con la cabeza levemente.

—Solo piensas en ti y eso no está bien —se puso de pie.

—Eddie, yo... —dije a punto de romper en llanto.

No me dio tiempo de hablar, él solo me tiró una sonrisa con algo de tristeza y se fue.

Había ignorado que le confesé que me gusta y se sintió como un balazo en el pecho.

Mi rodilla empezaba a doler, caminé hasta el trabajo para pedir la tarde ya que debía ir al hospital, la herida era muy grave.

—Esta bien, pero solo hoy, mañana tendrás que quedarte horas extras —Diego habló.

Aquí no les importa si estas a punto de morir, solo les importa exprimirte toda y tenerte trabajando.

—Tendré que hacerle caso a lo que me diga el doctor, Diego.

—No me importa lo que te diga, si es necesario que traigas silla de ruedas, hazlo, pero te quiero trabajando —dijo con una sonrisa de pocos amigos y se fue.

No quería preocupar a mi familia así que no les dije, me costaba mucho caminar, la sangre no dejaba de salir y cuando el aire soplaba hacia esa dirección era como si mil cuchillos se clavaran.

Estaba llorando y no era tanto por el dolor de mi rodilla, era porque tal vez todo con Eddie se había terminado.

Me llamé idiota millones de veces, no debí ignorarlo, él estaba siendo lindo conmigo después de haberle vomitado encima y yo me portaba como una estúpida.

Mi llanto era incontrolable mientras intentaba salir de la tienda, pensé en llamarle a Steve, pero se volvería loco y podría tener un accidente.

En Hawkins no hay uber y por alguna extraña razón los taxis no llegan hasta acá, así que no tenía otra opción más que caminar.

El hospital no estaba tan lejos pero considerando que voy caminando, tengo la rodilla abierta y a parte mis lágrimas nublan mi vista es complicado llegar rápido.

Iba caminando por la carretera cuando vi que se frenó adelante de mí, lo repito, Eddie es mi jodido ángel.

Me detuve y sequé mis lágrimas rápidamente, él bajó y fue hasta donde yo estaba.

—No puedo dejarte así —me tomó de la cintura—, apóyate en mi hombro.

Bajé la mirada, no quería que me viera llorando y menos por él.
Me subió al asiento del copiloto, corrió rodeando la parte delantera de la camioneta y subió.

No dijo nada y en ningún momento me miró, solo manejo hasta el hospital.

—Bien, vamos —me cargó.

My Freak | Eddie Munson | Terminada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora