Un Viejo Amigo

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Eddie estaba abrazado a mí, su pecho chocaba con mi espalda y tenía una de sus piernas sobre las mías, sentía su respiración en mi nuca y su calor me hizo sentir muy bien.

Eran las 6:10 am, me tenía que duchar para alistarme e ir a la escuela así que me levanté más temprano de lo común y lo hice sin moverme mucho para no despertarlo. No funcionó, abrió los ojos en cuanto me pare de la cama.

—¿Por qué te vas? —se tallo un ojo.

—Me tengo que duchar, tenemos clases —sonreí.

—Oh, es verdad, ¿te tardas mucho?

—Podemos ducharnos juntos si quieres —me encogí de hombros.

Se sentó y sus ojos estaban muy abiertos, mostrando sorpresa.

—¿De verdad? —sonrió tímido.

—Sí, algún día tendrás que verme desnuda, ¿no? —sonreí.

Se levantó de la cama y en segundos estaba frente a mí listo para entrar al baño.

Me quité la ropa y el estaba volteado hacía la puerta lo que me hizo soltar una carcajada.

—Eddie, está bien, puedes verme —le tomé los hombros y lo giré.

Me vio a los ojos y sonrió un poco antes de deslizar su mirada por todo mi cuerpo, en ningún momento dejó de sonreír y eso me hizo sentir segura.

—Eres hermosa —regresó su mirada a mis ojos.

—Te espero en la regadera —le di un beso fugaz.

Cerré la cortina y a través de ella pude ver como se quitaba la ropa y se preparaba para entrar.

Cuándo lo hizo, me miró con pena y tapó su intimidad con una mano.

—si no te sientes cómodo puedo irme —sonreí.

—nono, me siento muy cómodo y seguro, solo que me da pena —rió tímido.

—Eres hermoso, Eddie, no tengas miedo de mostrarte tal como eres conmigo, ¿de acuerdo?

Me sonrió, asintió y se quitó la mano dejándome ver su cuerpo desnudo, se acercó a mí y me dio un dulce beso.

Nuestros cuerpos estaban pegados, agradecía que la regadera fuera grande y que el agua logrará mojarnos a los dos, así no tendríamos que esperar nuestro turno para enjuagarnos.

Tomé un poco de shampoo y pedí su consentimiento para que me dejara lavar su cabello, el aceptó y se agachó un poco para quedar a mi altura.

El momento estaba siendo muy romántico hasta que empezó a gritar y a dar pequeños brincos como loco.

—mierda, mierda —gritó y cerró los ojos.

—¿Qué pasa? —pregunté asustada.

—me entró al ojo, ayúdame por favor —lloriqueo.

—¡Eddie!, tenías que cerrar los ojos —reí.

—se me olvidó —hizo puchero.

—déjame ver —pedí entre risas.

Se agachó de nuevo y no paraba de gritar. Unos golpes en mi puerta se hicieron presentes.

—¿Qué le estas haciendo al pobre Eddie? —gritó Steve desde afuera de mi habitación.

—Le entró shampoo al ojo, pero todo bien —respondí gritando.

—¿Qué carajo?, ¿se están duchando juntos?

My Freak | Eddie Munson | Terminada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora