El Juego

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Eran las siete de la noche, estaba cerrando la caja, pensaba en qué haría si Steve llegaba y veía a Eddie esperándome.

Los pensamientos se esfumaron cuando escuché que alguien se estacionaba afuera.

Traté de buscar a Steve pero no era él, me hice la tonta y continúe con mis cosas, Eddie tocó el vidrio de la puerta antes de adentrarse.

—Toc Toc —dijo sonriendo.

No sé que tiene esa sonrisa pero me gusta, no le da pena enseñarla porque sabe que es hermosa.

—No creí que tuvieras auto.

—auto no, camioneta si —se hizo el gracioso.

—Lo que sea —salí de la caja—, ¿nos vamos? —pregunté apresurada.

—¿Tienes prisa?

—Munson, mi hermano no te quiere.

—¿Y eso a mi qué? —encendió un cigarrillo.

—Qué si me ve contigo me mata, literalmente —le quité el cigarrillo dándole una calada.

—entonces vámonos y dile que no venga —tomó el cigarrillo de mi boca.

Hice lo que me dijo, Steve se molestó un poco porque ya venía en camino, mi excusa fue que me quedaría a ver el partido de basketball.

—¿Hecho?

Asentí y abrió la puerta de su camioneta, cuando subí pude observar algo de envolturas de chocolate, botellas de soda vacías y cajetillas de cigarrillo tiradas por todos lados.

La camioneta de Eddie olía a aromatizante amaderado y me llegaba un olor a marihuana, normal en ese tipo de chicos, me giré para poder ver lo que había detrás pero en eso abrió la puerta del conductor.

—¿Qué buscas? —dijo mientras subía.

—Pistas de algún posible secuestro —reí.

—Solo encontrarás basura y cigarrillos —sonrió antes de arrancar.

—Apenas son las siete diez, ¿el juego es a las ocho?

—Sí, iremos a dar un paseo para hacer tiempo.

Asentí y puso un poco de música, tenemos los mismos gustos así que disfruté el momento.

Se detuvo en un minisuper y bajó de la camioneta, lo miré y frunció el ceño.

—¿Te quedaras ahí? —gritó.

Reaccioné y negué rápidamente con la cabeza antes de bajar.

—No me digas, ¿comprarás cigarrillos?

—No —dijo sin importancia—, hola señor Tom —se dirigió al cajero.

Por un momento me asusté al escuchar el nombre de mi padre.

—Eddie, que gusto.

—agarra algo para tomar y si quieres algún caramelo —apenas me sonrió antes de desaparecer por un pasillo.

Tomé una CocaCola y un chocolate, mientras veía su cabeza ir de un lado a otro, me dirigí a él y estaba con su celular.

—¿Lista? —guardo su celular en su bolso trasero y me miró.

—Sí, pero, ¿tú no compraras nada?

—Hmmm... No, vamos a pagar.

—¿Es todo?

—Sí, gracias, Tom.

Eddie pagó, tomó las cosas y salimos de ahí, abrió la puerta para que pudiera subir y se dirigió ahora a la puerta del conductor.

My Freak | Eddie Munson | Terminada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora