Navidad

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Ya era veinticinco de Diciembre, me levanté muy temprano para hacer el desayuno, Sam se quedó a dormir en mi habitación y aún no se levantaba.

Steve seguía muy molesto, ayer bajó a cenar pero no me habló, solo saludó a Sam y subió de nuevo a su habitación.

Camille sigue dando vueltas por toda la casa pero no me interesa hablarle, no después de lo que pasó.

La imagen de Edward llega a mi mente a cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día. Pero debo controlar mis pensamientos porque no me está ayudando en nada.

—¡Stella! —gritó demasiado fuerte.

—Mierda... —me giré—, Sam, me asustaste.

—¿En dónde está tu cabeza?, llevo minutos hablándote.

—Lo siento, no sé que me pasa —negué con la cabeza.

—¿Lista para hoy? —cambió el tema.

—Creo —respondí dudosa.

Tomamos el desayuno y subimos a mi habitación, pasamos todo el día sin hacer nada y cuando se acercaba la hora de irnos, nos arreglamos.

No tenía nada de ganas de salir, pero no quería que Sam la pasara aburrida por mi culpa.

Connor pasó por nosotras como prometió y manejó hasta la casa donde era la fiesta.
Habían muchos chicos tomando ponche, dudo que no tenga alcohol, pero era ponche.
La decoración se veía increíble y había galletas de navidad por todos lados, creo que no era cualquier fiesta.

—¿Ya viste? —Connor señaló la sala.

Había una batería armada, dos guitarras y un micrófono, supuse que una banda había tocado.
Observé a detalle la batería y tenía el logo de su banda, esto se estaba convirtiendo en una pesadilla.

—¿Sabías que estaría aquí? —pregunté más como un reclamo.

—¿De qué hablas? —frunció el ceño—, tocará una banda, dicen que es buena —se encogió de hombros.

—¿No sabes quien está en esa puta banda?

—No tengo idea, no soy el organizador de la fiesta —soltó una risita nasal.

Era fácil creerle, tenía cara de estúpido y no sabe mentir así que sabía que decía la verdad.

Fui a la cocina a beber algo y Sam me acompañó, un chico nos sirvió de ese ponche y caminamos de regreso a la sala. Me quedé pasmada en cuanto me acerqué.

Ahí estaba Edward, después de tantos días sin verlo mi corazón volvió a latir con fuerza.
Sí hubiera sabido que tocaría con su banda en esta fiesta, jamás me hubiese aparecido por aquí.

Lo que menos quería era verlo sin poder besarlo o abrazarlo.

Se veía tan bien pero tan mal a la vez, tenía un pantalón negro, botas del mismo color y una playera sin mangas blanca con el nombre de su banda.
Su cabello estaba amarrado en una coleta, estaba haciendo pruebas de sonido y tenía los ojos cerrados.

Tenía ojeras, se veía demacrado y la sonrisa de todos los días ya no estaba dibujada en su cara.

Quería acercarme a él, pero ese pensamiento se fue cuando lo vi abrir los ojos y verme directamente.

Desvíe la mirada y tomé el brazo de Sam, mis sentimientos habían regresado a mí, quería llorar.

—¿Todo bien? —mi amiga me miró confundida.

—Edward esta aquí —la miré.

Connor abrazó a Sam por los hombros e interrumpió nuestra conversación.

My Freak | Eddie Munson | Terminada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora