Capitulo 1

195 6 0
                                    

Me desperté y miré por la ventana donde se colaban ya algunos rayos de luz. Me giré y sonreí. Sonreí, porque después de tres meses volvían. Volvían mis héroes. Mi hermano Marc, mi héroe número uno, él y yo nos llevamos solo un año y nos llevamos demasiado bien, ahí veces en que mi madre se pregunta si a alguno de nosotros nos intercambiarían al nacer, porque casi nunca peleamos y si lo hacemos son por cosas serias, sino ¿para que perder el tiempo peleando? Pero mi madre eso no lo ve normal ella dice "Yo con mis hermanas me peleaba cada cinco minutos y con mi hermano cada minuto. Y vosotros nunca." Cuando nos decía eso solíamos hacer que nos peleábamos y mi madre nos observaba como si de una película de comedia se tratase. Mi héroe número dos es su mejor amigo, Enzo. Era seis días mayor que mi hermano, y gracias a que nuestros padres eran muy buenos amigos, ellos se hicieron mejores amigos, y casi dieciocho años después ahí siguen juntos, inseparables. Lo quiero tanto como a mi hermano porque casi lo es, no biológicamente, pero lo quiero como tal, pero de una manera diferente. A mi hermano lo quiero de forma fraternal. A Enzo lo quiero de otra forma ... nunca sé que palabra usar para describir lo que siento por él. Ya hace casi cuatro años que me di cuenta de que lo sentía por él no era solo amistad. Que lo quiero de esa forma solo lo saben cuatro personas, mi madre Mónica, mis mejores amigos Kamilah y  Jordi, y mi ex-mejor amiga, Lara. Aún me da mucha vergüenza recordar ese día en el que me di cuenta de lo que sentía, porque aunque debería ser un día bonito, no lo fue.

Todo empezó el día de mi cumpleaños, el catorce de febrero, y sí llegué al mundo el día del amor. Mi madre siempre dice que tuvo mucha suerte en cuento a días importantes. Mi hermano nació el día de reyes, yo el día de San Valentín y ella y mi padre sé casaron el día de Halloween, el mismo día que se conocieron siete años atrás. Ese año yo cumplía trece años y mi madre ya me había hablado sobre el período lo que había que hacer y todo el rollo. Yo ese día me vestí de blanco, vaqueros, top, chaqueta, todo. Lo habíamos ido a celebrar a un restaurante, y después de comer, me dieron ganas de ir al baño, y cuando me levante nadie se dio cuenta de lo que había ocurrido, pero Enzo sí. Estaba a mi lado sentado y del otro estaba mi ex-mejor amiga. En menos de tres segundos de haberme levantado me cogió de la cintura y se giró quedamos ambos mirando hacia la pared, cogió su chaqueta y me la puso, era larga y me llegaba un poco por debajo de los muslos. Sin quitarme el brazo de la cintura fuimos hasta el baño y me dijo.

-Vengo ahora. Métete en el baño.

Yo estaba un poco confundida y por la forma en la que mi cuerpo reacciono ante su roce. Ahí no me di cuenta de mi sentimiento porque también tenía una duda, ¿por qué había hecho eso? Me mire en el espejo y lo vi. Todo el pantalón manchado de sangre. Al momento me puse a llorar. No porque me hubiese bajado hoy, que también. Si no por lo mucho que me había costado conseguir convencer a mi madre de que me lo comprara y que nada más estrenarlo se manchara. Sí, así era yo. Un minuto después, entró mi madre que nada más verme me abrazo fuerte y me dijo.

-Está bien cariño. Algún día tenía que pasar. Y mira que bueno ha sido Enzo. -yo seguí llorando. - Venga cariño, cámbiate. Ten, aquí tienes un pantalón y todo lo que necesitas. ¿Te acuerdas de lo que te enseñe? -asentí. - Pues venga, si necesitas ayuda estoy aquí, ¿vale?

Asentí de nuevo y me metí en uno de los cubículos, me cambié y me puse el pantalón negro que mi madre había traído. Salí y mi madre me abrazo de nuevo, nos quedamos un rato así, pero lo necesitaba, un abrazo de mamá no lo tiene cualquiera, y de mi madre menos. Era mi ídolo, y la quería demasiado. Cuando nos separamos me lave la cara y me retoque el rímel corrido y me coloque un poco de brillo labial, me puse de nuevo la chaqueta de Enzo, no sé porque lo hice, pero necesite ponérmela, y volvimos a la mesa. Estaban todo levantados y esperando por la tarta, pero de eso no me di cuenta hasta un minuto después, en ese momento solo pude ir hacia Enzo, abrazarlo, y decirle al oído.

No basta con decir, Te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora