Buenas tardes, señorita
NyxAbro los ojos y lo primero que veo al despertar es la foto de Gian y yo, colgada en la pared marfil de la sala.
Sin darme cuenta mis ojos gotean y me hago conciente del dolor de cabeza.Me enderezo y tomo el celular situado en la mesa de nogal. Ignoro las 20 llamadas perdidas de Gian y me planteo si ir al trabajo, aunque llevo treinta minutos tarde y es la cafetería de la familia de Gian.
Luego de ducharme, vestirme, desayunar y una larga reflexión, opto por llamar a su padre.
-¿Señor McKennie? -cuestiono a través del celular.
-¿Nyx? ¿Por qué no estás aquí?
-Debido a lo que pasó con Gian, lo mejor sería dejar el trabajo, agradezco su ayuda y la de su esposa.
-¿Qué sucedió con mi hijo?
<Por supuesto que no se lo dijo.>
-Ya no estamos juntos. -se sorprende pero no hace preguntas.
-De acuerdo Nyx, sabes que no tenemos problema, pero si es tu decisión, la respeto.
-Gracias señor McKennie. -cuelgo la llamada.
Camino a mi habitación y abro el armario, elijo una grande chaqueta marrón para complementar mi pantalón beige y mi crop top blanco. Me coloco unas tennis blancas y me siento frente al espejo de mi cómoda.
Cepillo mi cabello húmedo y trazo una línea en el medio, de modo que los mechones blancos no se junten con la otra mitad del cabello negro.
Tengo poliosis, al igual que mi padre.Posiciono dos carteras frente a mí y analizo cuál elegir, en la mano derecha sujeto la de color blanco y en la izquierda la café. Después de unos minutos, me decido por la cartera café.
Con el currículum listo, tomo las llaves y salgo a la busca de un nuevo trabajo de medio tiempo.Al trascurso de treinta minutos, he visitado, al menos, diez sitios, todos prometiendo llamarme o que no necesitan a nadie por ahora.
Planeo seguir en la búsqueda pero, gotas de agua caen en mi ropa.
Maldigo mentalmente por no traer un paraguas y al intensificarse la lluvia oculto el folder bajo la chaqueta y corro hacia el lugar más cercano, la biblioteca Letters nook.Suena una campana al atravesar la entrada y quedo absorta ante la belleza del lugar.
Un salón principal de área de lectura, con sofás chesterfield de cuero negro, butacas grises de terciopelo y mesitas de abedul. Techo de madera caoba con lámparas led incrustadas y en el centro, un amplio traga luz.
Escucho un buenas tardes muy lejano, el cual no respondo por iniciar a caminar, hacia el último de aquellos estantes.Giro a la derecha al llegar al final y hay cientos de estantes, contemplo desde lejos y regreso a la zona general para ir a la izquierda.
Diviso una ludoteca a través del cristal frente a los estantes y doy unos pasos para observar de cerca.
Juguetes en cajas, clasificados por edad, o discapacidades.
Alfombras lúdicas extendidas en el suelo, en un estante blanco se ubican, pinturas, hojas de colores, rompecabezas, pañuelos, pelotas, instrumentos musicales y otro estante de libros.Cuando dejo de escuchar el sonido de la lluvia, retomo mi camino y observo desde lejos que el área de recepción se encuentra vacía, así que decido volver mañana y tomo el pomo de la puerta.
-Es de mala educación no saludar al llegar a un sitio. -pronuncia un hombre a mi lado.
Volteo mi rostro y son unos ojos esmeralda los cuales me observan con desdén.
<Qué bombón>
Un hombre con altura imponente, aproximadamente 1.90 metros.
Su cabello castaño, en corte de librito, apenas rozando sus ojos, brillando con los ligeros rayos de sol que atraviesan el cristal. Cuerpo atlético, tez blanca y el indicio de un tatuaje a un costado de su cuello.-Lo siento, iba a despedirme pero no había nadie en la recepción. -me mira con expresión pétrea y decido seguir hablando.- ¿Necesitan personal?
-No.
-Bu, bueno. -balbuceo.- Te dejaré mi información por si llegan a necesitarlo. -le entrego mi currículum.- Buenas tardes.
-Buenas tardes, señorita. -menciona la última palabra con un tono mordaz.
Tomo la manija para tirar de la puerta, comienzo a caminar de vuelta a casa y nombro el esmeralda como mi color preferido.
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Lluvias de Octubre
Romance·Primer libro de la Bilogía Cambios. Tras su ruptura, Nyx promete no volver a abrir su corazón. Enfocarse en su último año de universidad y buscar un nuevo trabajo. Pero, unos ojos esmeraldas le hacen romper su promesa.