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Ilusión

Nyx

Ha pasado una semana, desde que Venus intentó besarme.
Ha cumplido su promesa de acompañarme a casa todas las noches.
Me ha mostrado una fracción de su personalidad y de su manera de vivir.
Por mi parte, sigo ejercitándome en las mañanas, asistiendo a la universidad y manteniendo mi misma rutina diaria, solo que con un ligero cambio, mis sentimientos por Venus. Mi atracción hacia él subió de nivel y mis celos también.

Becca busca cualquier momento libre que Venus tenga, para aparecer. Hace hasta lo imposible para detectar algún indicio de interés o, generarlo, a pesar de los múltiples rechazos del jefe.

La noche de ayer, Venus me invitó a salir. No sé porqué esperó una semana para hacerlo y mucho menos sé el porqué no me ha besado. Lo que sí sé, es que encontré el atuendo perfecto para ir al acuario.

Una blusa blanca de cuello alto con una jacket corta, de mezclilla celeste, jeans del mismo tono que la chaqueta y tennis blancas con negro.
Siempre he dicho que, la forma de vestir habla de uno mismo, así que trato de vestirme con los mejores atuendos para dar una buena impresión.

Al dar la 1:00 p.m el ruido de una bocina le provoca un sobresalto a mi corazón.
Constantemente, intento mantenerme apacible cuando noto su presencia pero, mis intentos se vuelven nulos al observarme con esa intensa mirada que parece atravesarme.

Sujeto el pomo de la puerta por unos segundos antes de abrir.
Como lo asumí, Venus se encuentra sobre el capó de su Mercedes, luciendo una camisa azul marino, por dentro de su pantalón negro, cinturón y zapatillas.

Eleva una comisura de sus labios al verme y abre la puerta del auto cuando me acerco.

-Luces hermosa Nyx.

-Gracias. -agradezco algo asombrada.

-¿Te tomé por sorpresa?

-Es la primera vez que me dices algo así.

-Pero no creas que es la primera vez que lo pienso.

Subo al auto sonriendo y espero que Venus ponga en marcha el vehículo.

Llegamos al parqueo, él baja primero y abre la puerta del auto y extiende su brazo, tal como lo hizo el día del cine.

Caminamos a paso lento, observando las especies de peces, estrellas de mar, tiburones, delfines, nutrias, pingüinos, corales...
Nos detenemos cada cierto tiempo al pedirle que me tome fotografías.
Le pido su teléfono y lo obligo a colocarse en un sitio que me gustó. Bufa pero lo logro. Lo capto en la cámara al girar su rostro, dándome el ángulo perfecto.
Sería un magnífico modelo.

Luego de recorrer todo el acuario, nos dirigimos a un restaurante.
Al terminar, caminamos por los senderos de un parque. Posteriormente, subimos al auto y conduce hasta mi departamento.

Surge una pequeña esperanza al mirarlo inclinarse hacia mí. Pero se esfuma al sentir sus cálidos labios sobre mi mejilla, y no sobre mi boca.










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