CAPITULO 6 ANTES DE CAER AL SUELO

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—Necesito que escuches lo que tengo que decirte—imploró con el pañal en mano.

Negué con la cabeza, sintiéndome incapaz de hablar, el pecho aun me dolía, sentía que las piernas me temblaban y no me iban a sostener por mucho tiempo. Me llevé las manos a los ojos en un intento torpe de cubrir mis lágrimas, dejándome caer.

Pero antes de caer al suelo, él me sostuvo, con fuertes brazos, podía sentir el temblor de su cuerpo a mi alrededor.

—Suel...tame.

Llevó una de sus manos a mi cabeza, sentía el temblor de sus manos, mi respiración estaba acelerada, yo también temblaba

—Se lo que hice—su voz era acelerada—, pero créeme si te digo que no lo hice por ti, lo hice para que no nos quitaran a nuestro hijo.

Contuve el aliento, lo empujé.

—¿Qué? —lo intenté mirar.

Me cargó y me sentó en la cama, para entonces me di cuenta de que estaba cubierto de talco, pero eso no importaba.

—Carlo me planteó algo que no había pensado... no solo estaba lo del registro, sino que, debía haber una validez oficial de que Andrey era mío, nunca fue porque dudé de ti.

—¿No?

—No—me acunó el rostro, limpiándome las lágrimas con sus pulgares, dándome ahora una paciente sonrisa—, Andrey se parecerá a ti físicamente, pero a pesar de tener pocos días de nacido, sé que tiene mi carácter—soltó una ligera carcajada—, fuera de eso, yo sé que es mi hijo, sé que lo concebí en una noche apasionada y que ningún imbécil de una noche podrá reemplazar eso—me besó en la frente—, pero lo hice para la legalidad.

Hipé.

—¿Pensaste que después de todo lo que hemos pasado te dejaría?, ciertamente me duele que no confíes en mi—me aferré de su abrigo y recosté mi cabeza en su pecho.

—No quiero justificarme—hipé de nuevo—, me encuentro muy mal emocional y hormonalmente, entonces, desde que Andrey nació... desde que te dije quién era Theo has estado muy distante conmigo—hipé y moqueé—, encuentro esto y...

Levanté la mirada en busca de la suya, intentando que comprendiera un poco lo que yo no entendía de mí.

Oh, tesoro. —Me miró con ternura, lo cual hizo que mi corazón se derritiera—. Debo admitir que me sentí, ¿Cómo decirlo? ¿geloso? pero no me enfadé contigo, sino con lo pasado—me apretujó más contra él—, pensé que aligerándote un poco el cuidado de Andrey, te sentirías mejor para recuperarte, perdóname por no haberte preguntado.

—Leo—titubee un poco—, no me dejes.

—Nunca.

Quizá me sentía muy sensible y aquello fue más por el estado emocional en el que me encontraba, porque nunca imaginé sentirme de este modo, tan dependiente emocionalmente. Lo amo y no quiero que me deje.

—¿Es un mal momento para revisarla? —preguntó alguien a nuestras espaldas.

Al girar la cabeza, vi a Dante con una mujer y un botiquín, quienes nos observaban con sorpresa y tal vez un deje de espanto. Una pelea con café derramado, tulipanes sin pétalos, un Leonard blanquecido por el talco y un pañal sucio a nuestros pies.

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Es año nuevo, y mi cumpleaños también, dormí toda la tarde. Me he vencido y no me refiero a la vida, me he vencido por el cansancio.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora