CAPITULO 30 LÁSTIMA RETORCIDA

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Aunque quisiera escuchar lo que mi abuela tenía que decirle a Travis, Leonard me miró como si ya fuera suficiente por hoy.

Mis padres habían hecho que prepararan una habitación para Travis y disponer de un doctor.

Rose y Max hablaron a su casa para saber cómo estaba su familia, por fortuna, no hubo nada relevante y ellos regresaría mañana por la mañana, Max había preparado un helicóptero para ser llevados a San Vito lo Capo.

Dispusimos habitaciones para ellos y Jade fue a la suya junto a Johnny, los cuatro subieron para asearse y después alguien llevaría comida a sus habitaciones.

—Ya no aguanto más—susurré hacia Leonard.

Él me acercó hacia su regazo.

—Espero que pronto termine todo esto.

—No me refería a eso—recargué mi cabeza en su pecho—, quiero ir a dormir.

Mi nana salvadora regresó con un par de sándwiches.

—Deben estar hambrientos—comentó tendiéndonos los sándwiches—, y cansados, ¿Por qué no descansan? Yo me encargaré del bebé.

Solté un suspiró, ya con los ojos muy pesados.

—Esta vez te tomaré la palabra, nana.

—Daría mi vida por cuidar a este precioso bebé

Le di muchos besitos a mi pequeño, Leonard también se despidió y ambos arrastramos nuestros pies pesados hacia nuestra habitación, mañana nos preocuparíamos por el resto de todo.

¿Qué si dormimos bien?

Después de una ducha juntos, nos arrojamos a la cama y prácticamente casi dormimos desnudos.

Fue bastante raro, es la primera noche que dormimos desnudos sin hacer nada más que dormir.

No podía creer que, estaba durmiendo como un ángel después de haber asesinado a dueño de mis pesadillas.

No veía sus ojos al acecho, escondidos en los rincones, viéndome desde las sombras, ya no escuchaba su voz susurrante, moviéndose como una serpiente a mi alrededor que me aprisionaba los oídos y la mente, no me sentía atada a él.

Nada me exhorta del acto que cometí, pero me mantiene tranquila el hecho de que él ya no esté en este mundo, y ojalá se esté pudriendo en el infierno.

Al día siguiente Leonard tuvo que hacerse de unos pendientes de la empresa.

Me vestí con jeans y un suéter de canalé, mi cuerpo se sentía un poco pesado, y algo adolorido.

A Leonard le dolía un poco el oído, debía revisarlo el doctor, ¿y si le había reventado el tímpano?, mierda.

Por el momento, papá y Nathe se hacían cargo de nuestra empresa.

Mi abuela estaba encerrada haciendo llamadas, Jade seguía en su habitación con Johnny, me debatí entre ir a molestarlos o quedarme quietecita con Andrey.

Opté por refugiarme en la habitación de mi bebé y tomar la mecedora que Leonard le había hecho, se podía arrastrar como una maleta, así que Andrey y yo nos desplazamos hacia el salón donde había encontrado el piano. Desplegué la mecedora y puse la calefacción, aunque mi bebé estaba bien abrigado con su trajecito de estrella, debía mantenerlo calentito.

Abrí la tapa y comencé a tamborilear las techas, cerciorándome de que el ruido no le sorprendiera. Pobre de mi bebé, tendrá una vida pesada, una bisabuela mafiosa, dos padres empresarios, una madre sumamente loca y quizá hasta mal de sus cabales, pero haría cualquier cosa por él, incluso matar.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora