CAPÍTULO 11 PASADO, PRESENTE Y FUTURO

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Carlo Moretti. 22 años atrás.

—No te vayas mamá, por favor—le imploré, mi llanto apenas y me dio voz.

Intenté tomar la tela de su falda, pero simplemente se resbaló a mi tacto.

—No puedo soportarlo más—gritó ella, tomó su bolso—, no quiero volver a verte.

—No, mamá, no me dejes—mi cuerpo se sentía débil, no pude dar un paso, caí de rodillas frente a ella tomando sus zapatos con toda la fuerza que podía—yo quiero ir contigo, seré bueno—chillé—, seré bueno, mamá.

Ella se giró hacía mí, elevó su mano y me soltó una fuerte bofetada lanzándome hacia un lado, lejos de ella, me aturdí un poco, apenas y las lágrimas me dejaban ver, respirar dolía.

Recuerdo la última vez que la vi, corriendo hacia la puerta, su cabello largo y lacio ondeando con su huida, pero su rostro, que había sido cubierto por un sombrero enorme, ya no lo recordaba, su rostro ya no tenía forma en mi memoria, por más que me hubiese aferrado a ese recuerdo, se había perdido en las profundidades de mi psique.

Mi padre regresó al día siguiente de su viaje, encontrando una casa vacía y a un niño de diez años asustado debajo del armario, entre cajas de zapatos.

Pese a que mi padre me llevó durante años a un psicólogo, continúe teniendo cierto rencor a mi madre. Nunca pensé que el abandono de mi madre me hubiese afectado de alguna manera, pero conforme crecía y las relaciones sociales eran más extensas, comprendí que sentía cierta aversión a las mujeres.

Toda mi adolescencia luché por superar que mi madre me dejó, pero al final solo me rendí y debía comprender si realmente sentía aversión por las mujeres o había algo más.

Todo se aclaró cuando entré a preparatoria, entré a un club de cine solo por curiosidad, hacer algo diferente con mi vida me vendría bien, como proyecto debíamos hacer un romance clásico.

La trama era de un par de muchachos en busca de una aventura post guerra en 1949, uno de ellos era hijo de un mecánico de su pueblo y el otro (yo) era el violinista que apenas y recibía un par de centavos, juntos tramaron su huida hacia Mónaco, durante el camino encontraron a muchas personas quienes ayudaban a su viaje, la última de ellas les había indicado que llegaran con un pariente suyo, este los recibiría con brazos abiertos. Los chicos llegaron a Mónaco y buscaron al familiar de aquel buen hombre, quien tenía un club de apuestas y los recibió como mozos. Pero conforme pasaban los días, aquel su nuevo jefe obligó a ambos muchachos a besarse como entretenimiento de los clientes y si no lo hacían serian golpeados, los chicos lo hicieron no una, sino varias veces en constantes noches, con el miedo de ser castigados. Al final, ambos chicos terminaron enamorándose y teniendo un romance secreto, el cual, evidentemente fue descubierto por el dueño del club y ambos chicos fueron perseguidos y apedreados hasta que murieron juntos.

El film terminaba allí, en un romance clásico pero trágico, bastante polémico, pero ganamos varios premios. Pasé mucho tiempo con mi coprotagonista, pero de él no fue del quien me enamoré, sino, del director, quien me abrió los ojos a mi realidad sexual.

Se llamaba Samuel Piero, y con mucho futuro por delante, estuvimos juntos al menos hasta que terminamos el instituto, después él se marchó a Los Ángeles, en estados unidos, y me quedé solo de nuevo, sin saber qué hacer con mi vida y con un padre al cual le había dado un infarto, estaba delicado.

Mi padre estaba en el negocio de distribución de mercancía, muchas empresas contrataban sus servicios en el centro de Lazio, tenía camiones de distribución. Estuve un tiempo encargándome del negocio, pero no era tan interesante, salvo por la parte administrativa.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora