CAPITULO 9 LAS INQUISIDORAS

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Escuché a la lejanía el quejido de Andrey.

Me desperté, salté de la cama y arrastré los pies como un zombi, me obligué a abrir los ojos, para darme cuenta de que mi bebé estaba despierto, lo tomé entre brazos y lo recargué en mi pecho, sosteniendo su cabeza y meciendo.

¿Cuánto tiempo durmió?

Observé mi anillo, marcaban las dos y diecisiete de la mañana, dios bendito. En la pantalla RV apareció mi actividad reciente, llamada terminada hace veinte minutos. ¿Llamada de qué?

Leí el destinatario, Gabriel Russo, pero si no le he llamado.

Miré hacia atrás, donde la cama estaba... vacía. Encendí la luz, era evidente que Audrey no estaba, en la mesita de noche no estaba mi móvil.

Extrañado salí al pasillo, ¿por qué Audrey querría hablar con Gabriel? ella no sabía de su existencia.

El pasillo estaba vació, Andrey se quejó un poco, le di unas palmaditas ligeras en la espalda, besé su cabeza. Iba a bajar las escaleras, pero escuche voces provenir de una recamara, quizá Audrey estaba con sus amigas... ¿pero a esta hora?

Motivos para alarmarme no había, fuera había cientos de guardias ¿y si había entrado alguien sin que nadie lo hubiese visto?

El pulso se me aceleró, rápidamente vi el escáner de Audrey, su ubicación señalaba hacia la derecha, su pulso se había acelerado un poco, pero no había sido algo mayor. Tragué en seco.

Seguí su rastro hasta una habitación, mientras más me acercaba, más audible eran las voces, eran ellas, ¿acaso no podían dormir?

La puerta estaba entre abierta, la empujé solo un poco y esta cedió abriéndose por completo.

Tres pares de ojos se sorprendieron al verme, enmudecieron.

—¿Se encuentran bien?

Debo admitir que, una cosa es tener un arma frente a ti y sentir que la sangre baja hasta tus pies, pero hay otra clase de sentimiento intimidante, cuando tres mujeres te miran inquisitivamente, me gustaría decir que las tres tienen miradas distintas, pero no es así, es fija, analítica, esperando al más mínimo error de mi parte para triturarme por completo, ¿Cómo evitar la sudoración?

Las inquisidoras estaban sentadas frente a mí, cruzando los brazos sobre su pecho, molestas, la única un poco diferente era Audrey, quien arqueaban una ceja.

—¿Cuánto más pretendías ocultarlo? —mi esposa, de nuevo, estaba molesta conmigo.

Intenté enfocarme, probablemente ellas habían hablado con Gabriel, no, corrijo, ellas lo hicieron, son demasiado listas para que creyera que no lo han hecho y supongo que las he subestimado, pero, ¿Qué tanto les dijo Gabriel?

¿Qué puedo contestar entonces?

—Tienes que decirnos todo—exigió la pelirroja—nosotras también estamos en peligro...

—Ustedes no corren...

—Te equivocas—cortó la pelirroja—, estuvieron a punto de arroyarme, una camioneta sin conductor, no creo que sea una coincidencia.

—Que te paso ¿Qué?...

—Y Jade... descubrió a la impostora de Audrey—Rose tomó aire, intentando controlarse—, no podemos estar seguras, en cualquier momento alguien también puede atentar contra nosotras y que mejor si estamos informadas, para prepararnos como se debe.

Tiene toda la razón, no puedo mantener oculto todo.

—No estés pensando en que decir y qué no—advirtió Audrey, descubriéndome.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora