CAPÍTULO 12 LA REINA REGRESA AL CASTILLO

122 7 0
                                    

Primera tarea: Separar los granos.

Está bien, lo admito, soy impulsiva, pero no me había cruzado por la mente que un pantalón beige combinara con unas zapatillas purpuras.

Contra todo pronóstico, al fin puedo sentirme yo de nuevo y debo hacerlo, porque hoy será un día intenso. Sobre todo, cuando comunique a todos mis deseos.

Acostumbrada a que me digan loca o desquiciada, sí.

Pero jamás derrotada.

Mi bebé revoloteaba los bracitos y las piernitas cuando escuchó mi cercanía.

—Buenos días, mi hermoso sol—canturreé—, felicidades, hoy es tu décimo día de vida—Como día especial nos he combinado, le puse su traje beige con calcetas y gorro purpura. —Que guapo estás—ahora le hable bajito—, incluso más guapo que tu papi—Andrey era divertido cuando no estaba llorando—listo bebé es hora de que me acompañes para enfrentar a todos.

Tomé a Andrey en mis brazos, me armé de valor y bajé con él hacia el comedor.

Leonard estaba revisando a los perritos, al parecer todos estaban bien, pobrecillos también habían sido afectados.

Cuando llegamos sanos y salvos al comedor, Jade y Rose ya estaban tomando el desayuno.

—¡Vaya, te ves increíble, mamá! —exclamó Jade tomando un poco de su café.

—¿A que debemos tanta elegancia? —inquirió Rose extendiendo los brazos hacia Andrey, se lo pasé con cuidado.

—A casi nada, hoy cumplimos diez días juntos—tomé asiento.

—¿Qué harás?

Fruncí los labios, tragándome la diversión de lo que traería sus reacciones.

—Esperaré a que Leonard regrese.

—Oh, está en la cocina—Jade se limpió la boca—él hizo el desayuno.

—Iré a verlo...

La puerta de la cocina se abrió y Leonard salió de ella con una bandeja de comida.

—Oh, tesoro, estás aquí, creí que seguías arriba—me regaló una ancha sonrisa mientras caminaba despacio con la bandeja—estás hermosa—me estremecí, sentí que el rostro me enrojecía.

Dejó la bandeja frente a mí, había demasiada comida.

—Es... es mucho para mí.

—Recuerda que tienes que alimentarte bien—dijo Rose—estás lactando.

—Gracias—le contestó Leonard—, así que, esto es saludable, vitaminas, además es delicioso y preparé tu avena, le puse un poco de avellana y arándanos... ¿aun te gustan, cierto?

Estaba sorprendida, de nuevo sus atenciones me tomaron por sorpresa.

—Sí, me gustan—lo miré fijamente—¿tú no vas a?

—Claro que si ¿creíste que todo era para ti?

Dejé que disfrutáramos del desayuno tranquilamente, comentando con Rose algunos tips de maternidad y molestando a Jade. Analice el humor, todos estaban tranquilos, pasándolo bien, pero si dejaba pasar más tiempo, quizá el humor sería distinto.

Me aclaré la garganta.

—Hay algo que debo hablar con ustedes—comencé a decir y no dejé a que nadie contestara—quiero regresar a casa.

Silencio, sabía que los iba a tomar por sorpresa.

—¿Por... por qué? —Jade me miraba confundida y molesta.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora