Todo este tiempo cuajando el momento justo de nuestro enfrentamiento, porque sabía, aunque sea en el fondo de mi ser, que me esperaba encontrarme con el dueño de mis pesadillas, cara a cara.
Pero lo que él no sabía, es que estaba dispuesta a luchar con todo lo que podía.
Agité los brazos con fuerza, sentí como Darién me enterraba algo en la espalda.
—Deja de moverte si no quieres que te mate.
Lo mordí con fuerza, pero me zarandeó, soltó su mano de mi boca.
—Mátame, estás tardando—grité—¡Aiuto!
Me tomó del cabello y tiró de mi con fuerza.
—Cállate, cállate una puta vez.
Una avalancha de personas comenzó empujarnos, tomé del brazo a la primera persona que pude, era un señor maduro, que giró para mirarme asustado.
—¡Ha una pistola! —(Tiene un arma), gritó a todo pulmón.
De pronto todo mundo se volvió más rápido, fui aplastada por dos cuerpos y Darién no tuvo otra opción que soltarme para empujarlos, dejé llevarme por las personas sin desaprovechar un solo segundo.
Dios, por favor, este día tengo que pedirte más cosas, no dejes que miera en esta avalancha humana, no me mates así.
Mientras más avanzaba, más perdía la esperanza de sobrevivir.
Corre Audrey, solo tú puedes salvarte ahora.
Corrí, corrí como nunca, sorteando entre todos, no me importo chocar con otra otros, no me importó golpear a la gente, manotear para abrir paso, porque yo sabía que ellos también tenían pánico, pero a ellos no les pasaría nada, a ellos no los perseguía un maldito desquiciado.
Alguien atrapó mi muñeca, pánico, sentí pánico.
—Soy yo—gritó entre el bullicio.
Mi rayo de luz, mi plena esperanza.
Mi Leonard.
Sin esperarme si quiera a reaccionar y besar el cielo, me arrastró como un super héroe desviándome por donde la muchedumbre, fluyendo con ella, pero esquivándola igual, poco a poco, desde las orillas del barullo, fueron descendiendo las personas, así que Leonard y yo ya estábamos bajando solo un poco la intensidad.
Me llevó hasta un lugar seguro, arrinconándome entre un pilar y una rejilla que daba a un terreno lleno de maleza, brusco se giró hacia mi hasta chochar.
—Háblame, háblame, por favor—su voz estaba llena de ansiedad, llevó sus manos temblorosas hasta mi rostro—Háblame, Audrey—no tuve que observar más, estaba muerto de miedo.
—Estoy aquí—expulsar mi voz de mi garganta dolió, pues mis dientes estaban apretados, todo mi cuerpo estaba tembloroso.
—Lo siento, lo siento—me besó una y otra vez—perdóname, no debí haberte dejado...
Enganche mis manos en su camisa.
—No tengo nada que perdonarte, estás aquí—lágrimas caían de nuestros ojos.
—Tenía tanto miedo de que...
—Lo sé—no necesitaba terminar la frase, yo ya lo sabía—, él me encontró—sus brazos se tensaron a mi alrededor—, está buscándome quiere matarme...
Un impacto chocó contra la rejilla, por inercia nos encogimos, mi cuerpo tembló de terror al darme cuenta que alguien nos había disparado.
—Audrey—Leonard me sacó de mi encogimiento, me cargó y comenzó a correr lejos de ahí.
Me encontré apenas respirando, él corría como si se tratara de un maratón, vi por sobre su hombro como la maleza se movía veloz.
Nos va a alcanzar.
Leonard corría, y quizá me hablaba, no estaba tan segura, parecía que no podía oírlo, los sonidos exteriores fueron reemplazados por los latidos de mi corazón, jadeaba, ahora todo entró en cámara lenta, llevé una mano a la cadera de Leonard, es extraño como la adrenalina fluye, cómo mi cuerpo se plantaba ante el peligro, porque, aunque todo lo veía en cámara lenta, mi mente pensaba una y otra vez en mil cosas, y de esas mil cosas mi cuerpo sabía qué hacer.
Porque mi inconsciente estaba actuando para protegerme, sabía que en la cadera de Leonard tenía un arma, las armas son para protegerse, esa arma estaba allí para protegernos y debía usarla, llevé mis manos con la pistola cargada, hasta la espalda de Leonard, lejos de sus oídos, intenté apuntar hacia la maleza que se movía.
Uno.
Fallé.
No estaba lista para fallar.
Dos, tres cuatro.
Tropezó, Leonard tropezó con algo.
Mi espalda chocó con algo duro sacándome el aire que había contenido, Leonard se arrastró hacia mí, pero ahora, tenía las manos vacías.
—¿Estás bien?
¿Por qué ahora lo escuchaba?
—Si —ya no estaba lento, busqué el arma, cayó lejos.
La maleza se abrió. Los ojos de un cazador aparecieron, un desquiciado cazador sofocado, aquella mirada, la recordaba muy bien.
—De nuevo lograste darme, gatita—ronroneó, no pude moverme, en su brazo izquierdo la sangre se expandía manchando su camisa—, veo que han perdido su juguete—el arma estaba cerca de él, la pisó—, hasta aquí se acaba nuestro estúpido juego.
—Deberías estar muerto—enfrentó Leonard.
Sentía los latidos de mi corazón a punto de estallar.
—No puedo morir aun, ¿no sabes? —ladeó la cabeza, sonrió anchamente—, no he terminado con mi propósito.
Leonard se colocó frente a mí.
—Aw, que tierno cuadro—se burló Darién—pero eso no evitara que ella ni tu mueran—recogió el arma, llevé una de mis manos bajo la camisa de Leonard, di con el arma que también portaba, la saqué despacio—, mi vida fue y será una miseria por su culpa—me miró directamente a los ojos—, no sabes cuánto disfrutaré de tu cuerpo antes de que se enfrié—quitó el seguro, Dios, es ahora más que nunca cuando necesito tu ayuda.
Por un momento, mi mente de nuevo, puso el hiperlento.
Un milisegundo pensando en lo que haría, estaba lista, Dios era mi testigo, le había rogado tanto este día, que el final se acercaba, el bucle de esta travesía al fin se cortaba, porque estaba lista, estaba lista para abandonar el cielo en este momento, pues lo que seguía, no me exhortaba del pecado, una vida humana que rogaba a dios por la muerte y yo que falsamente me he creado en mí, ser un ser quimérico con la corona de salvador pero en la mano una pistola, para terminar con el sufrimiento de aquella arrogante alma jodida.
Jaló del gatillo, hizo un clic.
Ahora quité el seguro del arma de Leonard y la apunté hacia Darién.
Un respiro.
—Hablas mucho, hijo de puta—tiré del gatillo.
Pude ver su mirada de asombro y burla cuando la bala se le incrustó justo en la frente.
Nota de autor:
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POR TI, SIEMPRE (Libro 3)
RomanceLeonard y Audrey han sido objetivos de varias personas que quieren vengarse de ellos, separarlos, destruirlos. La prueba definitiva de su amor incondicional culmina aquí. ¿Serán capaces de luchar con todo y contra todo para ser felices? POR TI, SI...