CAPITULO 16 PELIGROSA PROTECCIÓN

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ATENCIÓN
Este capítulo contine escenas que podrían pertuvar al lector.
Se recomienda discreción.
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Me duele todo, vi como un pequeño hilo de sangre resbalaba por mi brazo que pendía hacia el techo, había pequeños cortes en mi piel, pero nada profundo.

Estoy aturdida, hay un zumbido en mi cabeza que no me deja pensar con precisión, estoy mareada.

Un quejido suena a la lejanía, creo que soy yo, siento la garganta reseca, parpadeo pesadamente y mi visión esta borrosa, por alguna extraña razón me duele el cuello.

Forcé mi vista, al aclararse, noto que todo está al revés, me duele mi pecho, muevo mis brazos que estas suspendidos y me doy cuenta de que estoy cabeza abajo.

Esto no es un sueño, algo sucedió, muevo la cabeza para cerciorarme de mi alrededor y encuentro a otra persona, suspendida, la reconocí, Minerva.

Es Minerva, estamos en un auto que quedó boca arriba, pero no fue un accidente.

Mi mente empieza a despertar, a mandarme flashazos de imágenes.

Alguien nos perseguía, pero la carretera estaba llena de arena como si hubiese sido esparcida a la brevedad, patinamos, la curva nos arrastró hacia un lado y la velocidad nos jugó mal.

—Minerva—mi voz sonó ronca y baja. La garganta me raspaba —Minerva.

El ruido de los vidrios quebrándose me alivió, alguien se acercaba.

—¡Aiuto, aiuto per favore! —(ayuda, ayuda por favor), apenas y se escuchó mi voz, pero tenía la esperanza de que me escucharan.

Las pisadas se escucharon más cerca y de pronto alguien ya estaba desencajando la puerta del auto, al sacudirla cienos de diminutos vidrios cayeron en lluvia y luego la luz del exterior me cegó.

—Aquí estás, cerecita—la voz era profunda y perturbadoramente tranquila.

No podía verle el rostro, solo sentí como se acercaba a mí, deshizo el cinturón con sumo cuidado y me tomó en brazos, sacó con calma mis piernas, tomándose el tiempo para revisarlas, estaba aturdida, incluso me sentía más mareada, como embriagada.

Sacudió mi cabello, sentía sus dedos muy suaves, incluso su toque parecía algo extraño, demasiado calmado y demasiado lento.

—Cerecita, mira como terminaste—pasó sus brazos bajo mis piernas y se levantó—pero no quisiste hacer esto de buena manera—acercó su boca a mi oido—no pudiste escapar de mi, me vas a servir bastante, cerecita.

—Qui... ¿Quién eres? —apenas y pude vislumbrar su rostro, una piel bronceada fue lo que pude captar, había unas diminutas cicatrices en su rostro.

Se inclinó un poco para depositar un sutil beso en mi frente, mi respiración se aceleró, porque las sensaciones que sentía era tan confusas, era una peligrosa protección.

—Tranquila, pequeña—su voz, un suave ronroneo—pronto sabrás quien soy.

Jadee.

—Mi... Minerva—me obligué a decir—¡Minerva!

Su risa sacudió su pecho

—Oh, cara, ella está muerta—de pronto, algo cubrió mi boca y mi nariz, luché por quitarlo—tranquila, estarás bien, solo quiero ponerte a dormir un poco, pequeña Rose.

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El azote de las olas a la lejanía hacía un arrullo, la brisa marina impactaba en mi rostro como volutas de aire, de pronto, la imagen de Max apareció frente mí, su cabello era enredado por el viento.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora