Presente.
Sé que no fue mi alucinación.
Sé que ese auto iba dirigido hacia nosotras, pero justo antes de estar a metros, dio un volantazo con violencia y se volcó estampándose contra la entrada de una tienda, las alarmas sonaron, gritos y bullicios, los manifestadores corrían disipándose. Minerva se había hecho hacia atrás todo lo que pudo, zigzagueando los autos tras nosotras.
—¡¿Señora está bien?!
Me di cuenta de que había anclado mis uñas en la puerta y en el asiento, mi cuerpo replegado y tenso como una vara, o frágil.
—Estoy bien—exhalé, hice respiraciones una y otra vez—, ¿tú cómo te encuentras?
—Estoy muy bien—miró a su alrededor, analizando la situación.
—Supongo que ahora me crees.
—No puede ser posible...
—No seas tan escéptica, mira lo que acaba de pasar—me quité el cinturón y quité el seguro de la puerta.
—¡Señora, ¿Qué pretende?!
—Quiero ver lo que sucede y ayudar si puedo.
Esperé hasta que Minerva bajó del auto, vi cómo se acomodaba el arma tras ella y me siguió hasta donde las personas socorrían a los otros. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, las personas ya estaban rodeando el auto, me abrí paso entre ellos.
—¡Está vacía!
—¡Es un atentado!
— ¡Una ambulancia! ¡llamen a la policía!
No había nadie, la camioneta estaba vacía.
Minerva miró a su alrededor, observando con detenimiento, hacia las alturas, algún indicio.
Ayudé a un par de personas que tenían algunos raspones y a ponerlos seguros mientras los paramédicos se aproximaban.
Minerva me arrastró del abrigo.
—¿Qué pasa?
—Es hora de irnos.
Nos dirigimos hacia el auto rentado, pero justo antes de que subiéramos a este, ella inspeccionó.
—Este auto no estaba aquí—señaló con la barbilla un coche azul tras nosotros, pero sin conductor.
Tragué saliva, ¡Rose, en qué te metiste!
Me deslicé hacia los asientos de atrás y tomé las mochilas de ambas.
—No pienso pasar por esto de nuevo—le dije con voz firme a Minerva—, ¿alguna vez has robado un auto?
Minerva me miró como si estuviese loca, pero no contestó, tomó su mochila y me arrastró del abrigo de nuevo, me sentía como una niña que era arrastrada por su madre, zarandeándome entre el caos, policías y paramédicos, llantos y alaridos. Era una escena caótica, los locales cerrados y solo nosotros viviendo ese momento.
Minerva me llevó estratégicamente hacia la otra avenida, recorrimos un gran tramo caminando, hasta que encontramos un VW Vocho de color amarillo chillón.
—¿Se supone que debemos pasar desapercibidas? —me quejé, mirando hacia los lados para estar segura de que nadie nos veía.
—Es lo que tenemos, después puedo deshacerme de esto—señaló el escarabajo chillón.
No quise ver la forma en la que perpetuaba aquel escarabajo, hasta que abrió la puerta y me empujó para meterme, estuve atenta a mi alrededor, hasta que Minerva encendió el escarabajo, que hizo mucho ruido y aceleró continuando la ruta hacia el Castelo.
—¿Robaste muchos autos en la guerra? —le pregunté entusiasmada.
—No creo que eso sea relevante, señora.
—Escucha sé que... Max te dijo que quería que fueses respetuosa conmigo, pero me siento anciana cuando me dices señora, dime Rose—Minerva soltó una leve carcajada, era dura de roer—, entonces... ¿la guerra?
—Estuve un tiempo en Irak—asintió—, llevé bastantes misiones, incluidas de rescate, se lo que debo hacer.
—Pero no quisiste creerme al principio.
—Pensé que se trataba de simples suposiciones, no parece que fuera del tipo que se mete en problemas.
Solté un largo suspiro.
—Espera a que conozcas a mis amigas—abracé mi mochila sobre mi pecho—, no estoy muy familiarizada con lo que sucede, pero, están en grave peligro, y esto que sucedió ahora me dice que puede haber algo tras de mí.
—No entiendo por qué sería esa la cuestión.
—Mi amiga Jade fue engañada... pero pareciera que era algo planeado, sobre todo porque la mujer con la que la engañaron fue una que se parecía mucho a mi otra amiga y eso obvio que no era ella, Jade estaba en Londres y Audrey en Nápoles, —murmuré—, le advertí a Max que tuviese cuidado, créeme, se en lo que me meto, pero mis amigas... me necesitan.
—Si me disculpa, creo que no debió haber venido.
—Lo sé, pero me arrepentiré el resto de mi vida si no lo hago.
—Encontrarán la manera de solucionar su problema.
—También espero eso.
Nos quedaba casi una hora de camino, tomé unas pastillas amargas, le tendí una a Minerva y la otra me la metí a la boca.
—¿Qué es?
—Son para la consternación—ella me devolvió mi pastilla.
—No lo necesito, pero puede que usted sí.
Bueno, ella estaba acostumbrada a la adrenalina, pero yo no.
—No le dirás esto a Max ¿verdad?
—Mi contrato dice que debo reportar todo lo que suceda con mi cliente.
Sopesé.
—¿Podré persuadirte de retrasarlo?, solo quiero verlas y saber que están bien.
Ella me miró de soslayo
—Es muy compacta para tantas emociones en un día, ¿está segura que es humana?
¿Acaba de decirme compacta?
.
.
.
NOTA DEL AUTOR:
A petición suya, un capi más.
Estoy saliendo de mi bloqueo, espero que esta nueva entrega la estén disfrutando, me gustaría leer sus comentarios.
De igual manera las invito a leer mi, relativamente otra novela, se espera que también sea una trilogía, se llama PRUEBAME.
Besitos
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POR TI, SIEMPRE (Libro 3)
RomanceLeonard y Audrey han sido objetivos de varias personas que quieren vengarse de ellos, separarlos, destruirlos. La prueba definitiva de su amor incondicional culmina aquí. ¿Serán capaces de luchar con todo y contra todo para ser felices? POR TI, SI...