CAPITULO 10 APP TERAPEUTA PSIQUE

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Ya no hay secretos, al fin siento que no estoy arrastrando una bola gigantesca de incertidumbre.

Después del almuerzo dejé a Andrey con Leonard y me encerré en el despacho dispuesta a tomarle la palabra sobre la App que me dijo anoche.

El destino era gracioso, una psicóloga atendió mi mensaje casi enseguida, sabía que no era el algoritmo de la aplicación, sino, era una persona real, charlamos un poco por el chat de la App y poco después estuve dispuesta a tomar una video llamada.

Renata Farina, así se presentó y yo me cambié el nombre, recordando aquel nombre que le di a Theo, Phoebe, Phoebe D'Angelo, no sonaba tan mal fuera de que era la primera mentira que le decía. Estaba claro que quería soltarlo todo, pero omitiendo algunas circunstancias, hablamos durante mucho tiempo y yo estaba decidida a págalo.

Renata hacia que todo fluyera de buena manera que me sentí tan cómoda, extrañaba mi trabajo y lo bien que me hacía sentir, extrañaba mi paz. En resumidas cuentas, Renata confirmo lo que ayer tan alterada había pensado, había depresión post parto, me explicó las cosas que yo ya sabía, pero que intente pretender que desconocía, puede durarme pocos días, pero si se alarga por bastante tiempo entonces puede ser crónico y yo no quiero llegar a eso.

Por suerte no hubo necesidad de medicamentos, solo controlar mi alimentación, algo de ejercicio y muchas vitaminas, así Renata tenía ganado el cielo, quedamos para mi siguen sesión en dos días, pues era para monitoreo y yo accedí, no tenía ningún problema con ello, además ¿Qué más podía hacer?

Me despedí con una degustación agridulce pero tranquila.

Debía buscar algo en que entretenerme a parte de mi bebé, tal vez llamar a mi directora de operaciones Kim para saber cómo estaban las cosas en la empresa y así tener en que concentrarme.

Mi padre me mantenía al tanto de la recuperación de mi nana y eso ya era un alivio, mi madre solo había tenido un roce, pero mi nana... aún recuerdo como su cuerpo había caído desplomado y temí lo peor, la bala no había perforado ningún órgano vital. Empujé aquella imagen al fondo, lo menos que quería era atormentarme después de mi sesión.

Busqué a todo mundo, pero no estaban en la sala, fui hasta la cocina y me encontré con la puerta abierta de la parte trasera, donde fuera había una pequeña terracita y los rayos de sol eran cálidos, este día no hacía tanto frio, sentadas en dos silloncitos estaban Rose y Jade tomando un vaso de jugo, Jade tenía a mi bebé en brazos, me recargué en el marco de la puerta.

—Te queda bien, Jade—le dije con tono burlesco.

Jade giró su cabeza tan rápido que la niña del exorcista se queda corta.

—Ha, ha, Ady, hadita—canturreó irónica—, no quieras engatusarme con eso...

—Rose, dile que le queda bien.

—Ya se lo he dicho—sonrió con burla—, déjala, ya dará una sorpresa.

—Deja de ser una bruja, rojita—bufó Jade.

Salí por completo a su encuentro.

—Jade, no puedes estar en contra siempre—me incliné sobre su hombro, donde mi pequeño estaba despierto y tenía los ojos dorados tan grandes—¿Por qué te resistes? —casi hablé en su oído—solo míralo, es tan hermoso, pequeño, indefenso, mira cómo te intenta ver—mi bebé hizo una mueca que parecía una sonrisa ancha emitiendo un gemido lindo—¿cómo podrías resistirte a una cosita tan adorable? —por mi voz mi bebé reacción moviendo sus manitas—mientras está en tus brazos sabes que darías todo por él.

—Ady—contestó ella en un susurro—estás completamente loca.

—Oh, vamos Jade, nuestros hijos deben crecer juntos, así se cuidarán entre ellos, estudiarán juntos, si algún día alguien intenta molestar a mi hija, bueno, así mi hijo, tu hijo y Andrey saldrán a su defensa.

POR TI, SIEMPRE (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora