—Toma—le dije amenazante—si no lo haces lo sabré.
El chico miraba como pan recién horneado aquellos euros que le había dado.
—Claro que lo haré, señor, soy muy, muy honesto.
—Largo—me giré hacia Audrey que sostenía el volante con mirada determinada—vámonos.
—Leonard, ¿crees que va a hacerlo?
Observé como el chico entraba a la estación.
—Dijo que era honesto.
Audrey avanzó.
—Bien, ¿hacia dónde me dirijo?
Le di las indicaciones, estábamos a 38 minutos de la Torre de Greco, tal vez menos si no había tráfico. Le pedí a Audrey su celular.
—¿Crees que puedan rastrearnos? —preguntó inquieta.
—Solo yo tengo acceso para rastrearte, tesoro, no hay ningún otro que pueda hacerlo.
—¿Estás seguro?
Me reí.
—Yo hice este móvil—agité su dispositivo—puedo bloquear cualquier forma de rastreo, y lo hice antes de que saliéramos de casa.
—¿Por qué hiciste que dejara tu celular con Armando?
—Tu misma lo dijiste, para despistar a Dante, esa también era mi intención, hay que aparentar ceder cuando alguien cree que tiene el control sobre nosotros, en realidad no lo tiene.
Ella abrió la boca.
—¿Cuándo te volviste tan fan de la psicología oscura?
Me encogí de hombros.
—Tal vez cuando te conocí.
—¿Estás diciendo que yo te controlo?
—Quiero estar bajo tu control, es diferente—no dijo nada, chascó la lengua—¿Qué pasa?
—Creo que no tengo nada que confesar—sus ojos sobre la carretera—ya te he dicho todo.
Solté un suspiro largo.
—Tengo otra cosa que confesar.
Audrey levantó sus rubias cejas en un gesto impresionado.
—Por favor dime que no me has sido infiel.
—¡No, jamás te haría tal deshonra! —suavicé la voz—preferiría morir a serte infiel.
—Me gusta que lo tengas bien presente—me reí—¿entonces?
—Hay un rastreador en tu pulsera—ella inspiro de golpe—lo puse cuando te escapaste por Jade a Londres.
—¿Entonces siempre has estado vigilándome? —se quedó con la boca abierta.
—No, solo detecta cuando pudieses llegar más allá de los límites de Nápoles.
Cerró la boca, supe entonces que había crecido una leve tensión entre nosotros.
—Ya recordé algo que no te he dicho—cerré los ojos, ya conocía ese tono, conocer a Audrey siempre era interesante, sus reacciones, sus tonos de voz, ella es muy competitiva, y el tono que usó fue un poco altanero, se molestó por el rastreador.
—¿Y qué es? —incitándola ¿Qué podría ser tan malo en ella? nada.
—Estuve trabajando con Theo Joyce.
¿Qué?
Me quedé en mi asiento, pasmado, ¿estuvo al lado de ese infeliz todo este tiempo y no me lo dijo?
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POR TI, SIEMPRE (Libro 3)
RomanceLeonard y Audrey han sido objetivos de varias personas que quieren vengarse de ellos, separarlos, destruirlos. La prueba definitiva de su amor incondicional culmina aquí. ¿Serán capaces de luchar con todo y contra todo para ser felices? POR TI, SI...