18. Gracias por venir, nosotros le llamamos

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Katsuki daba vueltas en la habitación antes de dormir, pensando de cuántas maneras podría lograr que Shouto le diera lo que quería sin que nadie se percatase de que lo quería.

Era algo confuso pero Katsuki se entendía a sí mismo, y con eso bastaba.

Se sentó en su cama pensando en el problema. Su rutina de noche tanto de su rostro como de su cabello ya estaban listas, tenía su pijama, sus pantuflas y el antifaz para dormir en su frente, como diadema.

Seducir a alguien sin parecer que los seduces es complicado. Shouto no era lo suficiente perspicaz para captar indirectas, pero si tenía que defenderlo, diría que la mayoría de los hombres –por no decir todos–, captan las indirectas como al año de habérselas dichos.

Pero como Shouto ya sabía del asunto y estaba consciente de la atracción mutua, es decir, estaba enterado, supuso que podría optar por la presión. Presionarlo todo lo que pudiera hasta que Shouto no tuviera más opción que decirle que sí; claro, sin que pareciera alguien desesperado por la idea.

Con todas las actitudes y acciones que Shouto tuvo con él desde que llegó, pudo hacer un esquema mental. Los viñedos eran una presión fuerte al igual que cortar leña, usaría eso como principales puntos de ataque. También de sentaría a su lado pero no todo el tiempo, para no levantar sospechas.

Su plan era volver loco a Shouto pero si este intentaba echarle en cara que lo hacía a propósito, contar con todo el apoyo que pudiera de que no sabía de lo que estaba hablando, y el resto de la familia menos.

– El principal obstáculo es el fastidioso mosquito. Sin duda se dará cuenta de que estoy intentando algo – Murmuró para sí mismo ideando su plan – Debo actuar en sitios donde no esté él.

No sería una tarea difícil, Touya tendía a separarse de su familia y hacer sus trabajos por su cuenta, como si no le gustara la compañía. En eso se parecía a su hermano menor.

Natsuo y Fuyumi podrían darse cuenta pero no dirían nada, y fuera de Enji, Rei nunca estaba con ellos a menos que las tareas fueran en la casa. Muchas veces se preguntó porqué la mujer solo estaba metida ahí cocinando y haciendo limpieza o lavando ropa.

Según el resto de la familia, Rei tenía una condición de fragilidad que le impedía hacer trabajos forzosos y recorrer grandes cantidades de terreno. Por eso su cocina era de la más alta tecnología al igual que sus aparatos de limpieza y sus lavadoras y secadoras.

Todo para que hiciera el menos esfuerzo posible pero tuviera en qué entretenerse. Después de todo y por la vida que siempre había llevado, no hacer nada le causaba inquietud.

Katsuki no es que fuera el más trabajador del mundo ya que tenía servidumbre, pero tampoco dejaba que su tiempo libre se fuera en momentos de ociosidad o de no hacer nada. Cómo sea, dejando de divagar tenía que encontrar la forma de lograr avances en sus planes.

– ¿Qué estoy haciendo? Por culpa del bastardo me he perdido ya 2 capítulos de mi serie. No tengo tiempo para esto, no me perderé otro más.

Aunque ya era tarde –o tarde en lo que se refería a los horarios que Katsuki de había auto-impuesto–, decidió que no se perdería 3 capítulos, eso ya sería demasiado. Así que se acomodó en su cama, entró a su aplicación en el teléfono y después de ponerse sus audífonos inalámbricos, le puso play al episodio.

 Así que se acomodó en su cama, entró a su aplicación en el teléfono y después de ponerse sus audífonos inalámbricos, le puso play al episodio

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Amor de RanchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora