Bakugou Katsuki nunca quiso salir de la ciudad, pero según su madre no había nada mejor para un mocoso como él que un verano en el rancho; donde aprendería humildad, trabajo pesado, entre otras cosas. Y lo más importante, estaría lejos de ella y su...
– Bueno, ninguno ha sido el mismo desde el incidente del secuestro. Ni siquiera yo soy la misma después de eso; fue un punto de ruptura fuerte de nuestra burbuja de seguridad. La gente piensa que estas cosas no pueden sucederle a uno pero...
– Cuando Shouto regresó del hospital no quiso salir del rancho. Papá tuvo que contratarle una tutora que, como imaginarás, ganaba bastante dinero; no podíamos tenerla aquí así que estaba obligada a viajar todos los días – Añadió Natsuo.
– Katsuki-kun, sé que crees que tenemos mucho dinero, pero lo cierto es que el dinero se invierte en el rancho; si vendemos ganado o vegetales, usamos la ganancia para volver a reponerlo con semillas y la renta de sementales para las nuevas crías. Durante la crisis de Shouto hubo muy poco dinero.
– Sí, y las camionetas enormes están para mover las carretas de animales o de árboles que necesiten ser trasplantados. Y claramente los electrodomésticos de mamá son de último modelo para que ella no se canse, pero ¿acaso ves algún lujo? Todo tiene razón de estar aquí.
– Tenemos que agradecerle a papá por dejarnos ir a la universidad. Él pagó las estancias en departamentos pequeños o compartidos y siempre intentábamos ir en escuelas públicas – Explicó Fuyumi – No había... tiempo para perder con algo como la terapia.
Katsuki los miró sin saber muy bien que gesto tenía en la cara. Toda esta familia tenía que ir a terapia; por motivos diferentes pero definitivamente debían ir. Sin embargo, lo que ellos le decían era cierto. Vivían en medio de la nada, siempre ocupados en el trabajo sin días libres y ahora sabe –además de por Shouto– que el dinero es lo justo.
Él iba al psicólogo una o dos veces por semana, pero si quería, podía posponer sus citas –como ahora en vacaciones–, pero tenía que aceptar que no todos podían pagar 140 dólares la hora de sesión. Era necesario pero ahora con la realización de que más bien parecía un lujo, se preguntó qué tan mal de salud mental estaba la gente con poco dinero.
– Ahora que estamos más grandes y podemos manejar el rancho, papá siente que tiene menos trabajo por cargar. Es por eso que pudo ir a clases de manejo de la ira y a algunas sesiones de terapia – Añadió la chica cuando Katsuki no dijo nada – Creo que empezó hace 5 años, ¿o no, Natsuo?
– Sí, es ese tiempo más o menos.
Katsuki ahogó un jadeo. Si Enji era un hombre a punto de llegar a los 50, empezó su terapia y a ser mejor persona a las 4 décadas. Definitivamente para la terapia no hay edad, pero tampoco quería que el resto de la familia cumpliera 40 para decidir que asistirían; en especial hablando de Shouto.
Tenía que asegurarse de que fuera cuanto antes al psicólogo para salud mental de ambos.
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Katsuki necesitaba hablar con Shouto sobre el asunto que les separó. Iba a ir a su habitación pero al salir, Shouto estaba frente a su puerta. Ambos se miraron sorprendidos por varios segundos hasta que de manera involuntaria, soltaron lo que tenían atorado en la garganta.
