34. Del Rancho a la Ciudad

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Katsuki se quedó sin aliento cuando Shouto le dio un suave beso en el dorso de la mano. Fue fugaz y casi ni se sintió, pero el gesto le provocó a Katsuki cosquillas en el estómago.

Estaba todavía asombrado por ello, Shouto se mostró firme en negarse a tener algún gesto íntimo por el tema de sus edades, y ahora finalmente le estaba mostrando cuánto lo quería.

Si bien se besaron en la mejilla múltiples veces antes por capricho de Katsuki, este beso se sentía diferente. Porque fue Shouto quien lo empezó. No porque lo obligaron, o porque sintiera que debía hacerlo. Si no porque quería, y ya.

– Voy a extrañar la forma en que tus ojos brillaban cada vez que descubrías algo nuevo – Dijo Shouto y volvió a besar su mano – Y cómo me sacabas de quicio a pesar del tamaño que tienes.

– Mira quien habla, poste de luz – Katsuki entonces quitó su mano y giró la cabeza, sintiéndose avergonzado y haciéndose el difícil. Shouto lo tomó de la barbilla para hacer que lo mirara y ahora besó su frente.

– Y que a pesar de todo, estuviste dispuesto a darme una mano cuando lo necesité – Dijo Shouto para bajar a besar la nariz de Katsuki – En serio, gracias.

Era demasiado cariño para alguien como Katsuki, sentía que iba a explotar de vergüenza. Sus mejillas estaban calientes y de seguro el color rojo estaba en toda su cara, haciendo una expresión patética. Pero no iba a perder en este pequeño juego.

– Yo voy a extrañar tu extraño sentido del humor – Dijo mientras se acercaba para besar la nariz de Shouto – Pero no tu cobardía, eso en definitiva no lo extrañaré.

Shouto se rio incómodamente, sabiendo que la mayor parte del verano se la pasó huyendo de Katsuki y de sus problemas. En algo tenía razón Touya, en que era un cobarde.

– También voy a extrañar discutir contigo – Katsuki se inclinó para darle un beso en la mejilla – Y voy a extrañar ducharnos juntos.

Shouto se ruborizó por aquel recuerdo y pensó seriamente en huir. Katsuki se rio de su cara y para tranquilizarlo le dio un beso en la otra mejilla.

– No tienes que agradecerme por nada, idiota. Y en serio, mi oferta del psicólogo sigue en pie; será mejor si recibes ayuda de un profesional.

– Lo pensaré cuando vaya a Tokio – El gesto de Shouto cambió después de decir esa frase – Claro, suponiendo que logre pasar el examen.

– Lo harás, estoy seguro.

– ¿Cómo puedes estarlo?

– Soy psíquico – Dijo Katsuki de lo más tranquilo, acercándose a Shouto hasta recortarse en su pecho – Y cuando estés ahí, iras a verme seguido.

– Probablemente.

Seguramente – Corrigió.

– Si no logro pasar... no sé si pueda estar sin verte un año.

– Eso se arregla dándome tu número de teléfono – Y para seguir fastidiando a Shouto, Katsuki añadió – Y yo lo apuntaré en mi reloj.

– Qué gracioso.

Se mantuvieron en silencio un buen rato hasta que se percataron de que pronto el chófer de la limusina iba a subirse y los padres de Katsuki a salir de la casa. Al estar ambos en su pequeña burbuja, no se percataron de su alrededor.

– Si bueno – Shouto supo que debía irse – Voy a... mi número...

– Oh, dame tu teléfono – Dijo con molestia. Katsuki abrió de inmediato el marcador en el celular de Shouto y se anotó con muchos corazones antes de guardar el contacto – Listo.

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