7. El Agua te hace ver Sexy

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El plan funcionó, en poco tiempo Katsuki logró muchos seguidores, más que nada en tiktok donde andaba más activo. Las notificaciones fueron llenando el perfil hasta que la cifra estaba en 99+, y todos los videos publicados –5 hasta el momento– ya superaban las 50,000 vistas y los 20,000 me gusta.

«Je, el idiota de Deku sirve para algo» Pensó Katsuki mientras daba un último vistazo a su celular, solo para ser llamado por Yoarashi de nuevo.

– ¿Y bien, cómo vas? – Preguntó sin mirarlo.

– Meh, me podría haber ido mejor.

Katsuki ya había terminado de cepillar a los caballos a los que Yoarashi se encargó de cortarle sus cascos. Según el tipo, era necesario para la salud de los animales y no les causaba dolor ya que eran prácticamente sus uñas crecidas.

Yoarashi le dio una plática detallada de porqué los animales domesticados no podrían vivir en la vida salvaje como quieren los animalistas extremos y si de alguna manera lo lograban, requerirían miles de años para pasar a ser ferales otra vez.

Katsuki estaba entre "esa mierda no me interesa" a "joder, sus músculos se flexionan con cada movimiento" por lo que no se fue ignorándolo. Yoarashi era el único hombre en el rancho con quien no se sentía incómodo –además de Enji–. De los hijos del dueño no puede decir lo mismo.

– Bien, muchacho, es todo – Yoarashi le bajó la última pata al caballo antes de palmarle delicadamente en el torso – Vamos, debes salir a darles una pulida con el suelo.

Ahí se fue el último caballo y con ello Katsuki no tenía nada qué hacer en los establos porque ya los habían limpiado. Le gritó a Inasa que ya se iba recibiendo un ok entusiasta. Antes de que se ocultara el sol, fue a darle un último vistazo a sus bendiciones bovinas.

Caminó todo el tramo pasando por los cultivos donde Natsuo y Fuyumi le saludaron con las manos. Cruzó por el lago donde Touya y Shouto andaban pescando –o lo que sea que estuvieran haciendo empujándose el uno al otro– y supuso que los señores esposos padres de familia estarían dentro de la casa.

Pasó a la manada de ganado que estaba pastando y siguió su camino hasta donde los 5 becerros estaban jugando entre ellos. Fuera de la limpieza, cuidar su alimentación y procurar que no se lastimen, no representaban un gran problema.

Fluffy, Muffy, Buffy, Tuffy y Stacy –porque se le acabaron los nombres que riman y la verdad no le importaba que algunos fueran machos y otras hembras– fueron los nombres que les dio. A fin de cuentas, solo era para diferenciar a los becerros y lo demás le importaba un comino.

Muffy era de la especie Brahman; Fluffy de la especie Simmental; Tuffy de la especie Angus: Buffy de la especie Hereford; y finalmente Stacy era de la especie Holstein –la vaca lechera–.

– Hey, pequeños demonios. ¿Qué tal la llevan? – Preguntó como si le fueran a contestar.

Se metió con ellos enseguida siendo seguido por los entusiastas becerros. Caminó hasta llegar a un gran árbol con sombra cerca de los cultivos de flores así como del lago, de tal forma que podría tener una vista perfecta de los miembros de la familia.

Se tiró en el tronco para descansar mientras los animales se mantenían en su periferia pero ocupándose de sus propios asuntos. Katsuki también lo hizo, aprovechando tejer coronas de flores y ramas con lo que tenía a la mano; sin perder de vista a los becerros, claro.

Pero la vista se desviaba hacia cierto par de hermanos.

Katsuki no podía escuchar qué decían más allá de ruidos extraños, pero veía sus movimientos y cómo se empujaban "sin querer" cuando lanzaban el anzuelo. Su comportamiento infantil no distaba mucho del de los becerros.

Amor de RanchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora