23. Caballero de Brillante Mezclilla

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Shouto supo que no era su día desde que despertó. Primero recordó todo lo que se abrió con Katsuki y que se quedó dormido. Al despertar ambos en la misma habitación se sintió como si fuera una violación a la confianza de cada uno, por lo que cargó al rubio hasta su habitación y le dejó ahí.

Despertó demasiado temprano, incluso para su reloj natural automático. El sol ni siquiera había aparecido, pero como no tenía sueño decidió poner manos a la obra y comenzar con sus deberes. Ya listo, bajó y se encontró a su hermana y madre haciendo el desayuno.

Las ayudó a terminar y fue en el momento en que el resto de su familia bajaba salvo Katsuki, pero nadie dijo nada respecto al bello durmiente. Sabían que los días se volvían pesados para alguien que no estaba acostumbrado y Katsuki era uno de ellos.

Todo estaba saliendo de maravilla hasta que Touya vio algo por la ventana y su postura relajada cambió a la de un gato esponjado y casi se atraganta con el pedazo de pan que tenía en su boca. El resto de la familia lo miró extrañado de sus movimientos e intentos de hablar por su boca llena.

– ¡EL GANADO NO ESTÁ! – Fue lo que dijo cuándo pudo hablar de nuevo.

Rápidamente todos miraron a la dirección que Touya apuntaba. Y era cierto, por la ventana se veía el corral grande del ganado, pero sin el ganado. Enji fue el primero en abrir la puerta pero no se fue, simplemente se quedó desde ahí observando que en efecto, la reja estaba abierta y su ganado disperso.

Solo entonces la discusión comenzó a tomar fuerza. Todos sabían que Enji era una bomba de tiempo cuando se enojaba, y por lo mismo todos buscaban a quien echarle la culpa para que no se desquitara con ellos. Natsuo se la echó a Touya, Touya a Shouto y Shouto se quitaba la culpa con otras excusas.

Hubiera seguido así de no ser porque el invitado bajó a desayunar en plena discusión. La voz aguda y sorprendida de su madre los regresó a la realidad.

– Ah, Katsuki-kun – Todos se voltearon a ver al rubio, que se sonrojó y desvió la mirada – Lo siento, lo siento. Enseguida te sirvo el desayuno.

Silenciosamente todos acordaron detener la discusión y no hablar al respecto. El ambiente todavía estaba tenso y con el aire lleno de ira, pero por comodidad de Katsuki aguantaron todo lo que pudieron.

Katsuki fue a sentarse dándoles la espalda, y con una mirada rápida entre familia decidieron que podrían continuar la discusión en voz baja y disimuladamente.

– No deben haberse ido muy lejos, solo estarán entre los árboles – Susurró Natsuo, siendo la voz de la razón.

– Ese es el problema – Gruñó Touya, demasiado fuerte para lo que hablaban – Los caballos terminarán corneados ahí.

Shouto no dijo nada pero estaba de acuerdo. De algún modo sentía que aquello fue su culpa, pero podía jurar que se aseguró de que la reja estuviera bien cerrada, porque el ganado a veces se las ingeniaba para escaparse. Vaya día eligieron las vacas para huir.

– No voy a dejar 100,000 dólares en ganado en los árboles – Dijo de la nada su padre, que se había mantenido callado todo momento. Sin embargo, su orden fue clara y precisa – Andando. Después buscaremos culpables.

Los 4 salieron de la casa en dirección a los establos. Casi no solían usar a los caballos porque Enji les tenía un cariño enfermizo respecto a su cuidado, pero en casos como estos, no les quedaba de otra para poder pastorear al ganado perdido. Los Todoroki ya sabían que no se habrían ido muy lejos.

Era tan temprano que ni Inasa había llegado. Tomaron 4 de los 5 caballos y después de ensillar bien a cada uno, se subieron y les dieron la orden de avanzar. El pequeño altercado atrasaría el resto de tareas pero de algún modo había que traer a las vacas de nuevo al corral.

Amor de RanchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora