SEHUN
El pelirrojo no habló con él durante el viaje a casa.
Sehun había pasado todo el día tratando de pensar en la manera de escapar del chico nuevo. Tendría que cambiar asientos. Esa era la única respuesta. Pero ¿cambiar a cuál asiento? Él no quería imponerse a sí mismo sobre alguien más. E incluso el acto de intercambiar asientos atraería la atención de Kris.
Sehun esperaba que Kris comenzara a molestarlo tan pronto como él dejara sentarse al chico, pero Kris había ido hacia la parte trasera a hablar, nuevamente, sobre el kung fu.
Sehun, por cierto, sabía mucho acerca de kung fu. Debido a que su padre estaba obsesionado con las artes marciales, y no porque su madre fuera coreana. Él y su pequeño hermano, Hansol, habían estado tomando taekwando desde que aprendieron a caminar.
Cambiar asientos, ¿cómo...?
Probablemente podría encontrar un asiento en el frente con los estudiantes de primer año, pero eso sería una espectacular muestra de debilidad. Y casi odiaba pensar en dejar solo al extraño chico nuevo en la parte trasera del autobús.
Se odiaba por pensar así.
Si su papá supiera que estaba pensando de esta manera, lo llamaría "Sehun el marica". Una vez y en voz alta. Si su abuela se enteraba, ella lo golpearía en la parte posterior de la cabeza
—¿Dónde están tus modales? —le diría ella—. ¿Es esa la manera de tratar a alguien con mala suerte?
Sin embargo, Sehun no tenía ni un poco de suerte o estatus de sobra para pasarle a ese tonto pelirrojo. Tenía sólo lo suficiente como para mantenerse alejado de los problemas. Y él sabía que era malo, pero estaba medio agradecido de que gente como ese chico existiera. Porque la gente como Kris, Micky y HaYi también existían, y tenían que ser alimentados. Si no era el pelirrojo, iba a ser alguien más. Y si no había alguien más, iba a ser Sehun.
Kris lo había dejado ir esta mañana, pero no iba a seguir dejándolo pasar...
Sehun podía oír nuevamente a su abuela. "En serio, hijo, ¿estás provocándote un dolor de estómago porque hiciste algo bueno, mientras que otras personas estaban viendo?".
Ni siquiera era tan bueno, pensó. Había dejado al chico sentarse, pero le había soltado una palabrota por ello. Cuando él apareció en su clase de inglés de la tarde, se sintió como si estuviera allí para perseguirlo...
—Luhan —dijo el señor Stessman—. Qué poderoso nombre. Ya sabías que es el nombre de un rey.
—Es el nombre de un rey gordo. —susurró alguien detrás de Park. Alguien más se rio.
El Sr. Stessman hizo un gesto a un escritorio vacío de la parte delantera.
—Hoy estamos leyendo poesía, Luhan —dijo el señor Stessman—. Dickinson. Tal vez te gustaría comenzar.
El Sr. Stessman abrió su libro y señaló la página de la derecha.
—Adelante —dijo—. Fuerte y claro. Te voy a decir cuándo parar.
El nuevo chico lo miró como si esperase que él estuviera bromeando. Cuando quedó claro que no lo hacía, casi nunca lo hacía, comenzó a leer.
—Había sentido hambre, largos años —leyó. Algunos chicos se rieron.
Jesús, pensó Sehun, sólo el Sr. Stessman haría que un chico gordito leyera un poema sobre comer en su primer día de clase.
—Adelante, Luhan —dijo el señor Stessman.
Él volvió a comenzar, Sehun pensaba que era una terrible idea.
—Había sentido hambre, largos años —dijo esta vez más fuerte.
Pero mi mediodía llegó, para comer
Yo, temblando me acerqué la mesa
Y toqué el curioso vino
Era lo que sobre las mesas había visto
Cuando volviendo, hambrienta, a casa
Miraba tras las ventanas, por la riqueza
Que no podía pretender mía.
El Sr. Stessman no lo detuvo, por lo que leyó todo el poema con su voz fresca y desafiante.
La misma voz que había usado en HaYi.
—Eso fue maravilloso —dijo el Sr. Stessman cuando terminó. Él estaba radiante—.
Simplemente maravilloso. Espero que te quedes con nosotros, Luhan, al menos hasta que hagamos una obra de teatro.
Cuando el chico apareció en historia. El señor Sanderhoff no hizo una escena. Pero si dijo:
—Ah. El rey Luhan. —Cuando él le entregó sus papeles.
Se sentó unas cuantas filas delante de Sehun y, hasta donde él sabía, pasó todo el período mirando el sol. No podía pensar en una manera de deshacerse de él en el autobús. O una manera de deshacerse de sí mismo. Así que puso sus audífonos antes de que el chico se sentara y subió el volumen al máximo.
Gracias a Dios que no trató de hablar con él.