LUHAN
Luhan durmió hasta el mediodía el Día de Navidad. Hasta que su mamá finalmente entró y lo despertó.
—¿Estás bien? —preguntó su mamá.
—Estoy durmiendo.
—Te ves como si te fueras a enfermar.
—¿Eso significa que puedo volver a dormir?
—Supongo. Mira, Luhan. —Su madre se alejó de la puerta, y su voz cayó—. Voy a hablarle a Ricky acerca de este verano. Creo que puedo hacer que cambie su opinión sobre ese campamento.
Luhan abrió sus ojos.
—No. No, no quiero ir.
—Pero creí que saltarías ante la oportunidad de salir de aquí.
—No —dijo Luhan—, no quiero tener que dejar a todos... de nuevo. —Decirlo la hizo sentir cien por ciento una imbécil, pero diría cualquier cosa para pasar el verano con Sehun. (Y no iba a decirse que Sehun probablemente estaría cansado de él para entonces)—. Quiero quedarme en casa —dijo él.
Su mamá asintió.
—Bien —dijo él—, entonces no lo mencionaré. Pero si cambias de opinión...
—No lo haré —dijo Luhan.
Su mamá dejó la habitación, y Luhan pretendió volver a dormir.
SEHUN
Él durmió hasta el mediodía el Día de Navidad, hasta que Hansol entró y lo roció con una de las botellas de agua del salón de su mamá.
—Papá dice que si no te levantas, me dejará tener todos tus regalos.
Sehun golpeó a Hansol con una almohada.
Todos estaban esperándolo, y toda la casa olía a pavo. Su abuela quería que abriera su regalo primero, una nueva camiseta de "Bésame, soy Irlandés". Una talla más grande que la del año pasado, lo que significaba que le quedaría una talla más grande.
Sus padres le dieron un certificado de regalo de cincuenta dólares para Drastic Plastic, la tienda de discos punk-rock en el centro. (Sehun estaba sorprendido de que hubieran pensado en eso. Y estaba sorprendido de que DP vendiera certificados de regalo. No era muy punk).
También obtuvo dos suéteres negros que realmente podría usar, un perfume Avon en una botella con forma de guitarra eléctrica, un llavero vacío, lo que su papá se aseguró de que todos notaran.
El cumpleaños dieciséis de Sehun había llegado y se había ido, y a él ni siquiera le importaba obtener su licencia y manejar a la escuela. No iba a renunciar a su único tiempo garantizado con Luhan.
Él ya le había dicho que tan asombroso como había sido la noche anterior —y ambos estuvieron de acuerdo en que fue asombrosa— no podía arriesgarse a escapar de nuevo.
—Cualquiera de mis hermanos podrían haberse despertado, y todavía pueden, y entonces ellos definitivamente me delatarían. Tienen alianzas muy confusas.
—Pero si eres silencioso...
Allí fue cuando le dijo que, la mayoría de las noches, él compartía la habitación con todos sus hermanos y hermanas. Todos ellos. Una habitación como del tamaño de la suya, dijo él, "menos la cama de agua".
Estaban sentados contra la puerta trasera de la escuela, en un pequeño hueco donde nadie los vería a menos de que estuvieran realmente buscando, y donde la nieve no caía directamente en sus rostros. Se sentaron uno junto al otro, enfrentándose, sosteniendo sus manos.