LUHAN
Cuidado, cabeza de trapo.
HaYi empujó a Luhan rudamente y subió al autobús.
Tenía a todos en la clase de gimnasia llamándolo Luhan Bozo, pero HaYi ya lo estaba llamando Cabeza de trapo y Bloody Mary. "Porque parece que toda tu cabeza está hecha un trapo", había explicado hoy en el vestidor.
Tenía sentido que HaYi estuviese en la clase de gimnasia de Luhan, porque el gimnasio era una extensión del infierno, y HaYi definitivamente era un demonio. Un extraño, demonio en miniatura. Como un juguete demoníaco. O una taza de té. Ella tenía una pandilla entera de demonios menores, vestidos a juego con trajes de gimnasia.
En verdad, todos llevaban trajes de gimnasia.
En la vieja escuela de Luhan, él pensaba que apestaba que tuvieran que llevar shorts de gimnasia. (Luhan odiaba sus piernas incluso más que el resto de su cuerpo). Pero al norte ellos tenían que llevar trajes de gimnasia. Trajes enteros de poliéster. La parte inferior era roja, y la parte superior era roja y blanca a rayas, y un cierre completo al frente.
"El rojo no es tu color, Bozo", había dicho HaYi la primera vez que Luhan se lo puso. Las otras chicas rieron, incluso las chicas negras, que odiaban a HaYi. Reírse de Luhan era la atracción.
Después de que HaYi lo empujó al pasar, Luhan tomó su turno para subir al autobús, pero consiguió sentarse antes que el estúpido chico asiático. Lo que significaba que tendría que levantarse para dejarlo tener su lugar junto a la ventana. Lo cual sería extraño. Todo era extraño. Cada vez que el autobús pasaba un bache, Luhan prácticamente caía en el
Tal vez alguien más en el autobús abandonaría o moriría o algo y él sería capaz de alejarse de el chico asiático.
Al menos ni siquiera le hablaba. O lo miraba.
Al menos no pensaba que lo hacía; Luhan nunca lo miraba.
Algunas veces miraba sus zapatos. Tenía zapatos geniales.
Y algunas veces miraba para ver lo que él leía.
Siempre historietas
Luhan nunca traía algo para leer en el autobús. No quería que HaYi, o alguien más, lo atrapara con su cabeza abajo.
SEHUN
Se sentía mal sentarse junto al alguien cada día y no hablarle. Incluso si él era extraño. (Jesús, él era raro. Hoy vestía como un árbol de navidad, con todas estas cosas fijas a su ropa, formas recortadas de tela, cintas...). El camino a casa no podía ir lo suficientemente rápido. Sehun no podía esperar a alejarse de él, alejarse de todos.
—Colega, ¿dónde está tu dobak?
Estaba tratando de cenar solo en su habitación, pero su hermano menor no lo dejaría. Hansol se paró en la puerta, ya vestido para taekwondo y arrasando con un muslo de pollo.
—Papá va a estar aquí en un segundo —dijo Hansol a través del muslo—, y va a estar jodidamente molesto si no estás listo.
Su mamá vino detrás de Hansol y lo golpeó en la cabeza.
—No digas malas palabras, boca sucia. —Tuvo que alzarse para hacerlo. Hansol era el hijo de su padre; era ya al menos 10 centímetros más alto que su mamá, y cinco más alto que Sehun
Lo cual apestaba
Sehun empujó a Hansol fuera de la puerta y la azotó. Hasta ahora, la estrategia de Sehun para mantener su estatus como el hermano mayor, a pesar de su creciente diferencia de tamaño, era fingir que aún podía patear el trasero de Hansol.
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