SEHUN
No tengo ganas de cocinar la cena —dijo su mamá.
Eran sólo los tres, Sehun, su mamá y Luhan, sentados en el sofá, viendo La Rueda de la Fortuna. Su padre se había ido a la caza del pavo y no estaría en casa hasta tarde, y Hansol se estaba quedando donde un amigo.
—Podría calentar una pizza —dijo Sehun.
—O podríamos ir a comprar pizza —dijo su mamá.
Sehun miró a Luhan; él no sabía cuáles eran las reglas, en cuanto a salir. Sus ojos se agrandaron, y él se encogió de hombros.
—Sí —dijo Sehun, con una sonrisa—, vamos a comprar pizza.
—Me siento demasiado perezosa —dijo su mamá—. Vayan Luhan y tú a comprar pizza.
—¿Quieres que conduzca?
—Claro —dijo su mamá—. ¿Tienes mucho miedo?
Por Dios, ahora su madre lo llamaba un marica.
—No, puedo conducir. ¿Quieres Pizza Hut? ¿Deberíamos llamar en primer lugar?
—Vayan a donde quieran —dijo su madre—. Ni siquiera estoy muy hambrienta. Vayan ustedes. Cenen. Vean una película o algo así.
Él y Luhan, ambos, la miraron.
—¿Está segura? —preguntó él.
—Sí, vayan —dijo ella—, nunca tengo la casa para mí sola.
Estaba en casa todo el día, todos los días sola, pero Sehun decidió no mencionarlo. Él y Luhan se levantaron con cautela del sofá. Como si estuvieran esperando que su mamá dijera: "¡Día de los Inocentes!" con dos semanas de retraso.
—Las llaves está en el perchero —dijo ella—. Pásame mi bolso. —Le dio veinte dólares de su cartera, y luego diez más.
—Gracias... —dijo Sehun, aún vacilante—. ¿Supongo que nos iremos ahora?
—Todavía no... —Su madre miró la ropa de Luhan y frunció el ceño—. Luhan no puede salir así.
—Pero he lucido así todo el día —dijo Luhan. Llevaba pantalones excedentes del ejército y una camiseta manga corta sobre una especie de camiseta color púrpura de manga larga. Sehun pensó que tenía un aspecto genial. (En realidad pensó que se veía adorable, pero esa palabra haría atragantarse a Luhan).
—Sólo déjame arreglar tu cabello —dijo su mamá. Metió a Luhan en el baño y comenzó a tirar de las horquillas de su cabello—. Abajo, abajo, abajo —decía.
Sehun se apoyó contra la puerta y observó.
—Es raro que estés viendo esto —dijo Luhan.
—No es nada que no haya visto antes —dijo.
—Sehun probablemente me ayudará a hacer tu cabello el día de la boda —dijo su mamá.
Él y Luhan, miraron al suelo.
—Te esperaré en la sala de estar —dijo él.
En pocos minutos, estaba listo. Su cabello se veía perfecto, y sus labios se veían de un rosa brillante. Él podía decir desde ahí que sabrían a fresa.
—De acuerdo —dijo su madre—, vayan. Qué se diviertan.
Caminaron hacia el Impala, y el Sehun abrió la puerta para Luhan.
—Puedo abrir mi propia puerta —dijo Luhan. Y para cuando llegó a su lado, se inclinó sobre el asiento y empujó su puerta para abrirla.
—¿Adónde vamos? —preguntó él.