Este es el último capítulo que subí entes de que me la borraran ¬¬"
LUHAN
Las noches de miércoles eran las peores.
Sehun tenía taekwondo, así que Luhan iba directo a casa después de la escuela, se daba un baño, luego intentaba esconderse en su habitación toda la noche, leyendo.
Hacía demasiado frío para jugar fuera, así que los niños pequeños se estaban volviendo locos.
Cuando Ricky vino a casa, no había ningún lugar para que alguien se escondiera. Lian tenía tanto miedo que lo enviara pronto al sótano, que estaba sentado en el armario del dormitorio, jugando con coches.
Cuando Ricky puso Mike Hammer, su madre también ahuyentó a Mei Ling al dormitorio, a pesar que él le dijo que podía quedarse.
Mei Ling se paseó por la habitación, aburrida e irritable. Se acercó a la litera.
—¿Puedo subir? —preguntó a Luhan.
—No.
—Por favor...
Sus camas eran de tamaño junior, más pequeñas que una individual, apenas lo suficientemente grande para Luhan. Y Mei Ling no era una de esas niñas fibrosas de nueve años y sin peso...
—Está bien —gruñó Luhan.
Se acercó con cuidado, como si estuviera en la cuerda floja, empujó la caja de pomelos detrás de él en la esquina, y se sentó en la almohada.
—¿Qué estás leyendo?
—La colina de Watership.
Mei Ling no estaba prestando atención. Cruzó los brazos y se inclinó hacia Luhan.
—Sabemos que tienes novio —susurró.
Su corazón se detuvo.
—No tengo novio —dijo inexpresiva e inmediatamente.
—Ya lo sabemos —dijo Mei Ling.
Miró a Lian, sentado en el armario. Él lo miró sin rendirse. Gracias a Ricky, todos eran expertos en el departamento de las expresiones en blanco. Debían encontrar algún torneo de póker familiar...
—Bobbie nos lo ha dicho —dijo Mei Ling—. Su hermana mayor va con Oh Hansol, y Hansol dice que eres el novio de su hermano. Lian dijo que no lo eras, y Bobbie se rió de él.
Lian no parpadeó.
—¿Se lo vas a decir a mamá? —preguntó Luhan. También podía ir al grano.
—No se lo hemos dicho todavía.
—¿Vas a hacerlo? —Resistió el impulso de tirar a Mei Ling de la cama. Se pondría furiosa—.
Él hará que me vaya, sabes —dijo ferozmente—. Si tengo suerte, eso es lo peor que pasará
—No vamos a contarlo —susurró Lian.
—Pero no es justo —dijo Mei Ling, cayendo contra la pared.
—¿Qué?
—No es justo que consigas marcharte todo el rato —dijo Mei Ling.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó Luhan. Ambos lo miraron, desesperados... casi esperanzados.
Todo lo que se decía en esta casa era desesperado.
La desesperación era ruido blanco; en lo que se refería a Luhan, era la esperanza la que tiraba de su corazón con pequeños dedos sucios.
Estaba seguro que estaba mal conectado en alguna parte, que sus conexiones habían sido cambiadas, porque en vez de suavizarse hacia ellos —en vez de ternura—, se sintió volverse frío y cruel.
—No puedo llevarlos conmigo —dijo—, si eso es lo que están pensando.
—¿Por qué no? —dijo Lian—. Simplemente pasaremos el rato con los otros niños.
—No hay otros niños —dijo Luhan—, no es así.
—No te preocupas por nosotros —dijo Mei Ling.
—Sí que me preocupo —susurró Luhan—. Simplemente no puedo... ayudarlos.
La puerta se abrió, y entró Tao.
—Lian, Lian, Lian, ¿dónde está mi auto, Lian? ¿Dónde está mi auto? ¿Lian? —Saltó sobre Lian sin ninguna razón. A veces no sabías hasta después de que Tao saltaba sobre ti si estaba abrazándote o intentando matarte.
Lian intentó empujarlo tan silenciosamente como pudo. Luhan le lanzó un libro. (De tapa blanda. Dios).
Tao salió corriendo de la habitación, y Luhan se inclinó de su cama para cerrar la puerta. Prácticamente podía abrir su vestidor sin salir de la cama.
—No puedo ayudarlos —dijo. Se sintió como soltarlos en aguas profundas—. Ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo.
El rostro de Mei Ling era duro.
—Por favor no lo cuenten —pidió Luhan.
Mei Ling y Lian intercambiaron miradas otra vez, luego Mei Ling, todavía dura y gris, se volvió hacia él.
—¿Nos dejarás usar tus cosas?
—¿Qué cosas?
—Tus comics —dijo Lian.
—No son míos.
—Tu maquillaje —dijo Mei Ling.
Probablemente habían catalogado entera su maldita cama. Su caja de pomelos estaba llena de contrabando estos días, todo ello de Sehun... Ellos ya estaban en todo, estaba seguro.
—Tienes que guardarlo cuando termines —dijo—. Y los cómics no son míos, Lian, son prestados. Tienes que cuidarlos bien... Y si los pillan. —Se volvió hacia Mei Ling—. Mamá les quitará todo. Sobre todo el maquillaje. Ninguno de nosotras lo tendrá entonces.
Ambos asintieron.
—Te habría dejado usar un poco, de todas formas —le dijo a Mei Ling—. Sólo tenías que preguntar.
—Mentiroso —dijo Mei Ling.
Y tenía razón.
SEHUN
Los miércoles eran lo peor.
Sin Luhan. Y su padre lo ignoraba durante toda la cena y en taekwondo.
Se preguntó si había sido sólo el lápiz de ojos lo que lo había hecho, o si había sido la gota que derramó el vaso. Como si hubiera pasado dieciséis años actuando débil, raro y afeminado, y su padre lo hubiera soportado sobre sus enormes hombros. Y luego un día, se puso maquillaje, y eso fue todo, su padre lo menospreció.
—Tu padre te quiere —dijo Luhan. Y tenía razón. Pero no importaba. Eso era lo que tenía que hacer. Su padre lo amaba en una forma completamente obligatoria, como él amaba a Hansol
Su padre no podía soportar verlo.
Siguió llevando lápiz de ojos a la escuela. Y siguió quitándoselo cuando llegaba a casa. Y su padre siguió actuando como si no estuviera ahí.
LUHAN
Sólo era cuestión de tiempo ahora. Si Mei Ling y Lian lo sabían, su madre lo averiguaría. O bien los niños se lo contarían, o encontraría alguna pista que había pasado por alto, o algo... sería algo.
No tenía ningún sitio para ocultar sus secretos. En una caja, o su cama. En casa de Sehun, a una manzana.
Se estaba quedando sin tiempo con él.