CAPÍTULO 6

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❤MINI MARATÓN 2/2❤

POV DIANE:

No sabía cuánto tiempo me habían golpeado, pero mi cabeza daba mil y una vueltas. Me habían soltado de silla y ahora estaba en el frío suelo tosiendo sangre de mi boca y con por lo menos, tres cotillas rotas.

Víctor se acercó a mí agachándose poniéndonos a la misma altura. Lancé un puñetazo y él lo interceptó con una mano sin esfuerzo alguno.

–Deja de resistirte, ¿Te hemos dado tantos golpes en la cabeza que ya no te acuerdas que pasó la última vez que te enfrentaste a mí? –se burló.

Me intenté levantar, pero el dolor de mis costillas me lo impidió.

–Claro que me acuerdo. Te dejé sin hijos. –dije con una sonrisa burlona en mi rostro.

Víctor me cogió del pelo haciendo que le mirase a la cara.

El gorila estaba enfadado.

<<Y tú vas y lo provocas. Vamos a morir.>>

Cerré los ojos esperando a otro golpe de parte de Víctor, pero jamás llegó. En lugar de eso, la puerta se abrió, y un hombre vestido de traje entró.

Víctor se acercó al hombre y este le susurró algo en Ailití que no pude entender.

–Te has librado. –dijo levantándome del suelo y esposándome las manos a la espalda e inyectándome algo bastante doloroso en mi magullado cuello.

No estaba en condiciones de pelear así que le seguí.

Víctor me guió, o más bien me arrastró a la salida cuando pude vislumbrar los pasillos. Ahora nos escoltaban unos seis hombres armados hasta los dientes.

Cruzamos un par de pasillos, ninguno tenía ventanas ni alguna salida que pudiese coger como ventaja.

Entramos de nuevo a la oficina de Selene. La oficina era de colores negros y rojo carmín muy vintage. Los sillones eran de cuero negro, mientras que la silla de Selene roja.

Selene nos esperaba con unas gafas negras en el puente de su nariz, mientras firmaba unos papeles. Sin despegar la vista de los papeles, hizo un giro de muñeca para que entrásemos. Los guardias me quitaron las esposas y se fueron, excepto Víctor quien se puso detrás de Selene.

–Siéntate. –ordenó señalando con su dedo índice el sillón de cuero en frente de su escritorio. Me senté y Víctor me puso de nuevo las esposas atadas en el reposabrazos del sillón.

–En unos minutos vendrán unos amigos y quiero que estés presente.

–No.

–No te estoy preguntando. Te estoy poniendo una prueba. –dijo separando la vista de los papeles y quitándose las gafas. –si aguantas mi prueba tendrás unos privilegios.

–¿Y si no?

–Te conviene que lo hagas.

Me quedé en silencio calculando mis opciones.

–¿Cuál es el reto? 

Selene sonrió y con un leve asentimiento de cabeza a Víctor este se acercó a mi con la llave de las esposas que me atrapaban al sillón y las abrió.

Sentí un ligero alivio en mis muñecas y me las sobé, estaban un poco lastimadas desde mi maravillosa velada en el sótano, nótese el sarcasmo, por favor.

Víctor quitó de un golpe la silla dejando que cayese apoyando mis manos y las rodillas. Un leve quejido salió de mi boca al sentir la presión de la caída directamente en mis costillas. Intenté reincorporarme, pero Víctor pisó mi mano con fuerza impidiéndome moverme y ahogándome un gemido de dolor en el proceso.

–Tu prueba es aguantar así hasta que mi invitado se vaya.

–Verdammte Schlampe. –maldecí.

–Eso no suena a inglés. –dijo Selene con un poco de desconfianza.

–Es alemán.

–¿Cómo sabes alemán? 

Entendía su desconcierto, porque en ninguno de mis expedientes del SIEU ponía que yo supiera otro idioma a parte del inglés.

–Mi escuela era bilingüe. –dije y no mentía, estudié en casa y mi madre era alemana, así que todas las clases las impartía en alemán, excepto inglés. Después del asesinato de mi madre, mi padre decidió cambiarnos los nombres y empezar una nueva vida en Estados Unidos.

La puerta sonó y un hombre mayor apareció. Selene se acercó a él y le extendió la mano y el hombre se la tendió con gusto, mientras hablaban animadamente en Alaití. Intenté memorizar todo lo que decían, pero me era imposible. No entendía nada.

El hombre se sentó en frente mío, mientras Selene le servía un vaso de whisky y se posicionó al lado mío, en el sillón restante. El hombre me señaló con una sonrisa, mientras sonreía.

–Es muy bonita. –dijo en un inglés muy forzado. 

Selene me miró con una sonrisa radiante.

–Es un pequeño obsequio que recogí en Estados Unidos.

–¿Cuánto por ella? –preguntó.

<<Viejo baboso.>>

Estaba cagada, no obstante, algo hizo click en mí. Habían cambiado a un idioma para que yo lo entendiese. Querían asustarme y no voy a negar que lo consiguieron.

–Aún no está en venta. 

Las palabras de Selene tampoco me reconfortaron.

Puede que ahora estuviese fuera del mercado por ahora, pero cuando se cansase de atormentarme no dudaría en venderme por un buen precio. Selene no tenía ninguna intención de negociar con mi padre y mucho menos de llevarme a casa.

Estaba jodida.


TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora