CAPÍTULO 26

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Gracias por todo el apoyo que está recibiendo esta historia, espero que sigáis disfrutándola como yo disfruto escribiéndola. Dicho esto, prosigamos...

POV DIANE

El sonido de unos nudillos chocando contra la puerta, me desataron de mis pensamientos. Había pasado un día entero y no me había movido. Ni tenía intención de hacerlo.

–Lárgate. –ordené sin moverme de mi lugar.

No estaba de ánimos. Aún tenía los nervios y la adrenalina a flor de piel.

–Diane. Abre. –la voz tajante y demandante de Selene sonó al otro lado de la puerta.

–No estoy de humor.

–Deja de comportarte como una cría. Ya no tienes cinco años.

Pero, ¿Quién se creía para reprocharme de esa manera?

–Al menos esta cría –hice énfasis a la palabra cría. –sí sabe lo que quiere.

–Yo sí sé lo que quiero, Diana. –dijo. —Te quiero a ti.

Hubo un silencio incómodo y me puse de pie, dando vueltas a la habitación decidiendo entre abrirla o no. Me quedé de pie en frente de la puerta, rozando las yemas de mi mano con el pomo, más no abrí.

–Eso no lo decías hace veinticuatro horas. –reproché, recordando lo ocurrido.

–Hace veinticuatro horas no habías herido a uno de mis socios y a mi tío. –contraatacó, perdiendo su paciencia.

–Hace veinticuatro horas tu tío quería agredirme. –volví a contraatacar.

Hubo un silencio incómodo hasta que la puerta fue abierta de golpe.

–¡¿Qué?! –preguntó Selene con los ojos llenos de preocupación, cerrando la puerta detrás suya.

–Lo que oyes. —dije encogiéndome de hombros —Estaba investigando la casa cuando me encontré una habitación con un piano, toqué una partitura, me amenazó con contártelo y me intentó sobornar a través de un "favorcito" para que guardase silencio, le dije que no, lo empujé y ya sabes lo demás.

–¿Subiste al tercer piso? –cuestionó analizándolo todo.

–¿Es lo único que has escuchado?

–No, pero no deberías haber estado ahí. Es área prohibida. –me reprochó.

–Lo sé, pero eso no justifica lo que él hizo. –dije refiriéndome a su tío.

–No le estoy justificando. –afirmó.

Hubo un silencio incómodo, la tensión se podía cortar con un cuchillo, hasta que Selene puso fin al silencio, agregando:

–¿T-te ha... hecho daño? –tartamudeó.

–No. –sus hombros se relajaron y los míos con ellos. –Él está peor. –agregué soltando una risa nerviosa.

–Ya lo he visto. –dijo siguiéndome la broma y pude ver como se le relajaban los músculos.

–¿Estás bien? —volvió a preguntar.

–Ya te lo he dicho.

–No. Me has dicho de qué no te había hecho daño, pero me refiero a que si estás bien. Ya sabes emocionalmente y esas cosas...

¿Lo estaba? Es decir, en parte sí, porque no me había tocado, pero había tenido un susto de muerte. Vi a Selene expectante por mi respuesta, sin embargo, esta vez no la exigía.

–Estoy bien. Solo ha sido un susto.

–Bien. –soltó y sin más se fue. Dejándome confusa y sin saber qué hacer.

Querida Selene Ivanov, si alguna vez lees esto, quiero que sepas que vas a matarme con tus intervalos de bipolaridad. 

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora