CAPÍTULO 45

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POV DIANE

Mi oreja seguía pegada al teléfono. La extraña voz había cortado hace minutos, pero yo seguía en estado de shock.

Necesitaba papel y un bolígrafo.

Debía escribir todo lo que me había dicho al pie de la letra. Algo me decía que esto no me traería nada bueno y debía memorizarlo.

Busqué por los cajones del salón algo donde escribir y un bolígrafo. No encontré nada. Me levanté llevando conmigo a Attius. No me fiaba ni un pelo de dejarle solo en circunstancias normales, ahora mucho menos.

Decidí ir al despacho de Selene. Si mal no recuerdo allí había folios y bolígrafos.

Entré en el ordenado despacho y cogí un bolígrafo de su mesa y lo guardé en mi bolsillo del pantalón. Empecé a buscar los folios por uno de los cajones.

Me paré en seco al ver la carpeta que había encontrado en el último cajón por accidente.

Fruncí el ceño.

–Proyecto metrópoli. –leí.

Me agaché a la altura del último cajón y abrí la carpeta.

No podía ser.

Me llevé una mano a la boca, mientras con la otra acomodaba a Attius en mi hombro.

¿Por qué siempre me metía en problemas sin siquiera provocarlos?

La carpeta tenía todos mis datos personales más anotaciones escritas a mano de lo que supuse que sería la letra de Selene. Una pregunta rondaba por mi cabeza.

¿Por qué Alexandra habló sobre una reunión sobre el proyecto?

Total, ya me tenían en ese entonces.

Pasé las páginas en busca de información, encontrándome con fotos de mujeres de la misma edad que yo y algunas, más jóvenes. Todas las fotografías estaban tachadas con un rotulador de tinta roja, así que supuse que estaban muertas.

<<O las habían matado>>.

Eres igual que las demás, al principio te revelas, pero una vez que Selene te tiene en sus garras eres su perrito faldero.

Las palabras de Max se me agolpan en mi mente. Había caído en la trampa de Selene.

Otra vez.

Negué con la cabeza. No podía pensar con claridad. Inhalé y exhalé calmando mi respiración.

Las mejores decisiones se toman con la mente fría, sin dejar de lado al corazón y la razón.

La voz de mi padre hizo presencia en mi alocada mente. Le hice caso, necesitaba seguir leyendo antes de sacar conclusiones y actuar sin pensar.

Debía tener un patrón.

Selene no gastaría tanto tiempo y dinero para matar a chicas al azar. Miré de nuevo las fotos y memoricé sus fechas. La mayoría están comprendidas entre enero y abril de este año.

Así que, si mis cálculos eran correctos, algunas habían muerto hace un par de meses.

Volví a pasar de página y vi la figura de una mujer pelirroja y ojos verdes que no estaba tachada.

—Jennifer Lane. Veinticuatro años. Los Ángeles.

Lane.

Ese apellido me sonaba. Alister Lane. Un viejo amigo de papá, también general. Lo conocí a él junto a su hija en una de las fiestas de año nuevo.

Mi cabeza empezaba a colocar las piezas del rompecabezas y otra pregunta se formuló en mi cabeza.

¿Y si no era la única que había desaparecido?

Por eso papá dijo que Tom seguía buscándome como un loco aun sin tener noticias mías en meses, porque no era la única que había desaparecido.

Y no habían hallado mi cuerpo.

<<Aún>>.

Miré el nombre de las mujeres que habían fallecido. La gran mayoría eran hijas o parientes de los rangos más importantes de la SIEU. Selene no estaba matando a gente corriente. Estaba yendo a por hijos de coroneles, generales e incluso políticos.

Selene estaba provocando un golpe de Estado.

El corazón se me detuvo cuando oí los característicos tacones de Selene repiquetear por el pasillo. 

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora