CAPÍTULO 14

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POV DIANE:

Me giré rápidamente hacia el otro lado de la cama para acomodarme, causando que mi boca emitiese un quejido de dolor. Malditas costillas. Pienso rompérselas a Selene algún día de estos, para que sepa lo que se siente.

Abrí mis ojos al notar un lado de la cama frío. Palpé con los ojos aún cerrados. No había nadie. 

Con cuidado me apoyé en mis codos contra la cama para incorporarme. Me dolía el cuerpo a horrores. Miré por todas partes, pero no encontraba a Selene. 

Me levanté y con tranquilidad, me acerqué a la puerta. Estaba rozando el pomo, para abrirla, cuando esta se abrió, dejándome ver a Selene con un vaso de agua y un par de pastillas en la mano.

–¿Me buscabas? –inquirió con una ceja alzada y una sonrisa burlesca dibujada en sus labios.

–Emm sí, ¿tienes algo para el dolor muscular? –dije encogiéndome de hombros, sus ojos color avellana, mirándome, analizándome, me incomodaba un poco. –L-la espalda me está matando a horrores.

–A eso iba. –dijo alzando el vaso y las pastillas. Me las entregó y le agradecí por ello. –Aún es temprano. Deberías dormir más.

–No tengo sueño. –hablé tomándome las pastillas con agua.

–Como sea. –dijo restándole importancia para coger su bolso del armario y colocárselo en el hombro. –Hoy Max irá a clase. Cuando llegue la ayudarás con sus deberes. Tu desayuno está abajo, por si tienes hambre.

–¿Y tú? ¿No vas a desayunar? –cuestioné intrigada.

¿A dónde iba?

<<No debe importante, es tu captora, cuanto menos tiempo esté en casa, más aumentas tu posibilidad de vivir mañana o poder buscar una solución para escapar.>> me recordó mi subsconciencia.

Algo dentro de mí quería que ella desayunase conmigo. Negué con la cabeza, ahuyentando esos pensamientos de golpe. No era lo correcto y mucho menos sano. Era mi secuestradora y en cualquier momento podría matarme. Tendría que salir antes de que lo hiciese.

–Ya lo he hecho. Debo irme. Si necesitas algo díselo a Víctor. –dijo cogiendo un abrigo de su armario.

–Vale. –murmuré.

–Diana. –dijo haciendo una breve pausa y mirándome con esa mirada, fría y calculadora que tanto la caracterizaba. –No hagas estupideces.

Asentí y me dirigí hacia la cocina. Ahí encontré un bol de fresas, unas tostadas y un jugo de naranja. 

Tragué en seco. 

Era exactamente lo que yo desayunaba a diario. Selene no bromeó cuando dijo que lo sabía todo. Víctor apareció en mi campo de visión y me tensé.

–Señorita, vengo para servirle en lo que necesites. –la arrogancia en su tono de voz hizo que todo mi cuerpo se tensara de furia.

Odiaba que las personas me tratasen como a un niño de cinco años el cual piensa que las palabras bonitas son sinónimo de bien. Mientras que, en la realidad solía ser justo lo contrario. Te hablan con un lenguaje encantador y amigable, pero cuando te descuidas te meten una daga hasta el fondo de tu espalda sin que apenas te dé tiempo reconocer la amenaza.

–¿También viene para darme una paliza? ¿O es que hoy se levantó con ganas de ser mejor persona? –pregunté con el mismo toque de arrogancia en mi voz que él había usado anteriormente cruzándome de brazos y arrepintiéndome al momento cuando el dolor agudo se colocó en mis costados.

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora