EPÍLOGO

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POV ALEXANDRA

Abrí mis ojos, pero lo único que pude ver fue oscuridad. Cuatro meses habían pasado desde la muerte de mi hermana. Cuatro meses que seguía sintiéndome igual que la primera vez.

Vacía.

Agarré la única cosa que me pertenecía en esta celda. Una foto que nos sacó Diane en la mansión.

En ella, nos encontrábamos Max, mi hermana y yo cogiendo a Attius, en el invernadero. Éramos tan felices. La tradicional presión se instaló en mi pecho cuando recordaba algo de mi hermana.

Sollocé.

–Te echo tanto de menos. –susurré. Mi voz salía entrecortada. Pasé mis dedos por la desgastada foto sonriendo con nostalgia.

No solo había muerto mi hermana, sino que también había muerto mi mejor amiga. Mi única amiga, de hecho. La única persona que se quedó conmigo en los buenos y en los malos momentos. No voy a ponerme a detallar anécdotas de mi hermana porque no vienen a cuento y porque tendría que hacer un libro de todas ellas. 

Solo diré que no era un corazón gélido y sin sentimientos como muchos dirán. Era más bien un corazón de acero, que se moldeó a base de los golpes que la vida le dio y al igual que el hielo cede ante la temperatura para convertirse en agua, el corazón de Selene cedía ante el calor que emanaba del cariño. Algo inusual en nuestro ambiente.

–Supongo que ya nos queda poco para vernos.

Aparté la vista de la fotografía y contemplé la fría, estrecha y sucia celda en la que pasaría mis últimas horas de vida.

Podría ser peor.

Diane no me la había jugado tan mal después de todo. Me enteré que quiso reducir mi condena testificando en el juicio a mi favor, no obstante, yo no di la información que ellos querían y por mucho que Diane intentase ayudarme no tenía el poder para hacerlo.

Al menos tuve una celda con una cama.

Oí el tintineo metálico de las llaves y el cerrojo abrirse me sacó de mis pensamientos.

Es la hora.

Suspiré guardando la foto en el bolsillo naranja del uniforme dejando que entraran. No serviría de nada resistirse y de alguna manera no quería eludirla. Todo por lo que alguna vez luché se había perdido.

El único remordimiento que me quedaba era que no vería ni a mi hermana ni a mi sobrino crecer. Supongo que será lo mejor para ellos. Puede que Diane nos traicionase y en parte la tengo un poco de rencor por ello, pero había visto como cuidaba a mi sobrino y como se había acercado a consolar a Max cuando el coche de Selene salió de la carretera.

<<Los cuidará bien>>.

Me dije, aun si no lo haría yo no estaría allí para verlo y prefiero pensar que algo bueno salió de todo esto.

Sé que no he sido una buena persona en mi vida. He torturado, matado y arruinado familias con tan solo salvar mi pellejo o el de mi hermana. Puede que un balde de justicia para esas personas a las que destruí no sea del todo malo.

Un golpe sacudió la puerta, como si la golpeasen contra algo contundente y una mezcla entre disparos y gritos de policías resonaban fuera de la celda.

<<No soy una experta, pero creo que eso no es normal que pase esto cuando van a ejecutarte>>.

aunque debes admitir que es mejor una bala en el cráneo que la silla eléctrica. Es más impredecible.

La puerta se abrió dejándome ver una figura muy conocida para mis ojos en la puerta con un arma en cada mano.

–¿No vas a darle un abrazo a tu hermana favorita? –preguntó con una sonrisa maliciosa en sus labios.

Me quedé estática en mi lugar.

No era posible.

–Venga vamos, sé que estoy vieja y con arrugas, pero aún no me han salido canas. –bromeó.

–¿S-Selene? –pregunté con la cara descolocada.

¿Tan rápido me habían ejecutado?

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora