CAPÍTULO 25

1.1K 125 6
                                    

POV DIANE

No me moví. Estaba paralizada. El hombre se revolvió en el suelo emitiendo quejidos de dolor. Las escaleras sonaron y en la entrada pude ver a Selene en posición de ataque con una glock-19 apuntando. Alexandra apareció a su lado con la misma arma y cuando me vieron se fijaron en el hombre con preocupación.

–¡Oh Dios mío! –exclamó Alexandra bajando su arma y ayudando a recomponer a el hombre.

Selene me analizaba, con el arma apuntándome. Me di cuenta del abrecartas ensangrentado que seguía sosteniendo con fuerza en mi mano derecha y casi de inmediato lo solté. No servía de nada un abrecartas contra una pistola.

–Maldita loca. –maldijo el hombre tapándose la cara. –Se me ha abalanzado sobre mí con el abre cartas.

–¿Es eso cierto? –cuestionó Selene.

–¡Pero si has sido tú el qué me has acorralado, maldito degenerado! –dije ignorando la pregunta de Selene para centrar mi atención al tipo que tenía en frente de mí, quien se aguardaba detrás del cuerpo de Alexandra, haciéndose la víctima, sin perder la compostura.

<<Cobarde>>.

–El abre cartas ensangrentado no va a tu favor. –espetó Alexandra, señalando el abre cartas del suelo.

–¡Lo cogí para defenderme! –espeté con furia.

–¡Lo utilizaste para abalanzarte sobre mí! –contraatacó él y mi sangre no podía fluir con más fuerza en mis venas.

–¡Créeme que si quisiese matarte no te habría rajado la cara sino la garganta! –miré a Selene buscando ayuda. Ella, se tocó el puente de la nariz y lo pellizcó con fuerza, bajando el arma. Cogió un pañuelo del bolsillo de su lujoso traje rojo carmesí y se lo entregó al viejo mentiroso.

–Lárgate. –me anunció Selene con voz neutra, casi indiferente. Hubiese preferido su voz furiosa o cortante antes que su voz indiferente. Me recordó al primer día que vine. Pensé que había progresado. Que habíamos progresado, pero me equivoqué.

De nuevo.

No me lo podía creer. Selene había escogido antes a ese completo desconocido antes que a mí.

Mi corazón se encogió y los ojos me picaban. Sabía que no debía de sentirme así, pero tenía ganas de llorar. Una lágrima rebelde salió por mi rostro, pero la aparté con fuerza y prácticamente corrí hacia mi cuarto y lo cerré con fuerza.

No dejaría que me vieran vulnerable.

Cuando las voces se alejaron, me senté en la puerta y todos los sentimientos: tristeza, ira e impotencia, salieron de mi corazón en forma de gotas de agua.

Quería gritar con todas mis fuerzas hasta que me quedase sin garganta. Solo había bastado con darle un poco de confianza a Selene, para que cuando se torcieran sus planes, como ahora, me arrojase como si de un juguete viejo me tratase.

Miré mis tatuajes y me reí sin ganas, eso era lo que yo era. Un juguete que podía usar cuando quisiera y arrojarlo cuando se aburriera. Jamás debí fiarme de ella.

Al fin y al cabo, los tatuajes no mienten. Puede que una parte de mí quería aferrarse a la parte del tatuaje que te llevaba a tu alma gemela, pero no podía ignorar la otra parte. La que más me atormentaba.

Selene también era mi enemiga.

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora