POV SELENE
Entré en la oficina de mi hermana cerrando la puerta con fuerza detrás de mí.
–¿Qué ha hecho Diane ahora? –preguntó mi hermana sin despegar la vista de su ordenador.
–¿¡Que qué ha hecho?! Ha hecho llorar a Max. Esa niñata... –dije mordiéndome el puño con fuerza.
Debía controlarme o ahora mismo volvería a la cocina donde había dejado a Diane y acabaría con ella. Me las iba a pagar.
Estaba decidido. La iba a matar ahora. Nadie se mete con mis hermanas, y menos esa mocosa.
Las yemas de mis dedos estaban rozando el pomo de la puerta cuando mi hermana habló:
–Antes de hacer alguna estupidez inhala y expira. –dijo mi hermana inhalando y exhalando aire como demostración. –Cien veces.
Volteé para mirarla y la asesiné con la mirada. Ni se inmutó. Mi hermana era de las únicas personas que jamás se acobardaba con mis miradas. Llevaba toda la vida acostumbrada a ellas.
–¿Me estás tomando el pelo? –exclamé. En cualquier momento empezaría a verlo todo rojo y sería imposible calmarme. Crucé mis brazos para mirarla con una ceja enarcada al analizar sus gestos. Estaba tranquila. Demasiado.
Entrecerré los ojos.
Sospechoso.
–¿Desde cuando estás tan tranquila cuando se meten con nuestra hermanita?
–Desde el momento en que no me puse a asfixiar a quien te recuerdo que elegiste como madre de tus hijos y me puse a ver las cámaras de seguridad. –informó mostrándome su ordenador.
Mierda.
Se me habían olvidado las cámaras. Me acerqué a su ordenador y miré el vídeo con detenimiento.
En ningún momento había signos de mentira por parte de Diane. Había estado meses investigándola y analizándola de cerca. Me conocía sus gestos tan bien como la palma de mi mano.
De hecho, podía ver la preocupación y angustia en sus ojos. Mi análisis se fue a la mierda cundo vi sus hermosos labios carnosos, entreabiertos, provocándome. Quería besarlos, pero mi orgullo era mayor y no lo haría hasta que ella me lo pidiera.
–Deja de babear en mi ordenador, gracias. –canturreó Alexandra a mi lado cogiendo su ordenador y dejándolo al otro lado de la mesa.
–No sé de qué me estás hablando. –fingí indiferencia encogiendo mis hombros.
–Y yo soy Miss Universo, no te fastidia. –dijo recogiendo su pelo en una coleta alta, mal hecha, para luego mirarme a los ojos fijamente. –Admítelo. Cuanto más digas que la odias más ganas tienes de besarla.
<<Y de muchas cosas más>>.
Recordé las veces que había dormido conmigo y sonreí para mis adentros. No negaría que quisiese repetirlo, pero quería que ella lo hiciese por sí misma, que ella me lo pidiese.
Por eso la dejaba irse a su cuarto a descansar con su típica y patética excusa de querer descansar. Debía respetarla, no podía ignorar que esto era nuevo para ella y que no se acostumbraría de la noche a la mañana. Claro está que eso no quitaba que la viese dormir hasta que me quedaba dormida. Aunque jamás lo admitiría en voz alta.
Estaba en mi casa a fin de cuentas y en ella se siguen mis normas.
[...]
Quién lo diría. Yo. Selene Andrea Ivanov. La mujer que no se arrastraba por ningún hombre o mujer, llamando a la puerta de una niñata que yo misma había secuestrado, arrastrándome y tragándome mi orgullo de por medio. Era patético.
Estúpida Alexa. Siempre me mete ideas ilógicas en la cabeza.
Toqué la puerta y oí un adelante. Entré, encontrándome a Diane de espaldas. Se estaba cambiando. Su espalda estaba empezando a coger su color habitual. Sus heridas iban progresando poco a poco.
Mi Sladkaya Diana se dio la vuelta y nada más verme se cubrió. Reí con la malicia incrustada en mis ojos y la diversión en mis labios en forma de sonrisa.
–No entiendo por qué te tapas. —dije acercándome a ella y envolver mis brazos a su cintura. Noté como se tensaba. Me acerqué a su oreja, sus piel se erizó al sentir mi aliento en su cuello. —Ya te he visto entera. –la dejé apartarse de mí agarre. Sus mejillas se habían teñido de rojo por la vergüenza. Sonreí. Se veía bien cuando se sonrojaba. Dulce e inocente.
–No te esperaba. –murmuró doblando su ropa y cambiando de tema.
Yo tampoco me esperaba aquí.
Quise decirlo, pero me contuve. Había venido a disculparme y eso es lo que haría.
–Gracias por... ayudar a mi hermana. Malinterpreté las cosas y la tomé contigo.
–¿Eso es una disculpa? –preguntó tan asombrada como yo. Se notaba un brillo de diversión en sus ojos.
No iba darle el gusto de burlarse de mí. Suficiente por un día. Ya había sido demasiado que hubiese venido.
–Más quisieras. ¿Qué haces? –dije desviando la conversación, pero Diane no era tonta y formó una sonrisa que decía: <<Sí, claro>>.
–Recoger. –dijo tranquila mientras doblaba la ropa.
La miré con el ceño fruncido.
–El médico dijo que debías estar en reposo. –reproché.
–El médico no contó que estaba encerrada en una mansión por dos jefas de la mafia que a duras penas me dejan salir del cuarto. –touché. –He tenido suficiente reposo como para aburrir a un chimpancé.
Vi como sonreía con suficiencia al terminar la tarea. Fruncí el ceño. No entendía que, teniendo en cuenta que esa tarea podría hacerlo perfectamente una sirvienta ella lo hiciera por diversión. Entonces ¿Para qué tener sirvientes si puedes hacerlo tú mismo?
Con el tiempo, me di cuenta que Diane jamás fue un libro abierto como antaño pensaba.
–Además doblar ropa y dejarla en su sitio no va a matarme.
Continuó ella, mientras yo veía como lo hacía.
¿Por qué siempre quería llevarme la contraria?
Mantuvimos conversaciones banales y sin importancia. Más de alguna vez me tuve que morder la lengua para decirle que ya sabía todo de ella, pero eso rompería la conversación y la verdad estaba yendo bien.
Me sentía... a gusto hablando de algo que se suponía que no tenía importancia.
Cuando ninguna de las dos supo que decir, el silencio rondaba en la sala, pero no de esos silencios incómodos donde no sabes donde meterte. Uno... diferente, de esos en los que dos personas se callan, pero a la vez se dicen todo.
<<Tu cursilería nos va a matar>>. canturreó mi conciencia.
Cállate.
Espeté furiosa.
Acabo de perder el juicio por culpa de esta mocosa.
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TATUAJES DE SANGRE
Romance¿Qué pasaría si cada persona naciese con un tatuaje en cada brazo? Uno conecta con tu alma gemela y el otro con tu peor enemigo. Nadie sabe cuál te lleva a quien, así que, esperan a que el mundo fluya. Todos menos una persona. Diane Dorian. Esto ti...