CAPÍTULO 42

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❤MINI MARATÓN 2/3❤

POV DIANE

 Desde que vi a mi padre puedo decir que me encuentro con más ánimo, aunque me gustaría tenerle cerca y más esta semana, que en cualquier momento, tendría que salir al hospital. En más de una ocasión, se lo pedí a Selene, pero se rehusó y dijo que era demasiado arriesgado.

Por otra parte, Viktoria se quedó los últimos meses restantes con nosotras y la verdad es que fue de mucha ayuda, ya que, a diferencia de las hermanas, solía defenderme contra mis cambios hormonales y si necesitaba ayuda y ella no podía hacerlo, llamaba a Selene o Alexandra, y pobre el quien no la hiciese caso. Ha sido lo más parecido a una madre que he tenido en el tiempo que he estado aquí.

Era mediodía y me encontraba sentada en el sofá del salón leyendo un libro, mientras Viktoria hacía lo mismo en una silla. Max miraba su móvil sentada en el sillón de tal manera que me causaba dolor cervical de solo verla. Hoy estaba bastante revuelta. El desayuno no me había sentado del todo bien y Selene prácticamente me obligó a tumbarme en el sofá para que descansase.

Apoyé el libro en mi vientre y noté que este se movió.

Sonreí.

–A alguien no le gusta que le apoyen las cosas en su sitio. –dijo Viktoria con una sonrisa al mismo tiempo que pasaba de página.

–Es muy territorial. –afirmé pasando mi mano por la sandía que se había formado en mi vientre.

–Me pregunto a quién habrá salido. –ironizó Max, tecleando algo en su móvil.

–A Selene apenas le deja acercarse. –dije con una sonrisa en mis labios. Recordé la vez que Selene se subió encima de mí, sin apenas apoyarse, para darme un beso de buenas noches y Attius me pegó tal patada que yo pensé que daba a luz allí mismo.

–La palabra compartir en el diccionario de los Ivanov no está muy desarrollada. –dijo Viktoria.

Reí ante su comentario, ya que era verdad. Las hermanas podían aparentar estar muy unidas en el trabajo, pero la verdad es que su Imperio estaba unido por ventajas políticas y económicas, no porque realmente quisieran.

Esto no significaba que no se coordinasen en el trabajo, porque realmente eran impecables, no obstante, tenían ideas diferentes. Alexandra pretendía expandirse a base de alianzas comerciales y tratados entre familias, mientras que Selene, por sobornos y revueltas.

–¿Cómo se encuentra nuestra embarazada favorita? –dijo Alexandra desde la cocina, trayendo mi plato favorito: un bol de manzanas y naranjas cortadas.

Sí, a algunas le da por comer comida chatarra y a mí por la fruta. Se lo agradecí, pero lo tuve que dejar en la mesita ya que aún no me había bajado el malestar del desayuno.

Ya me lo comería después.

–Que yo sepa es la única embarazada aquí, –dijo Viktoria cerrando el libro, poniendo toda su atención en Alexandra. Max separó su vista del móvil y esperó divertida, al igual que yo. La abuela no solía cerrar sus libros por cualquier cosa. –¿O es que tienes algo que agregar a la conversación, querida?

La cara de Alexandra fue todo un poema, mientras que la de Viktoria era de una sonrisa discreta, como era de costumbre cuando lanzaba alguna que otra pulla.

–¡Yo no estoy embarazada! ¡L-llevo sin hacer nada desde su último mes de embarazo! –se quejó, señalándome, para luego cruzarse de brazos y hacer un puchero. –Me tienen en abstinencia.

–¿Y eso? –pregunté divertida.

Esto sí que no me lo esperaba.

–Porque si dependemos de que Selene te lleve al hospital acabamos en urgencias.

–Y si conduces tú acabamos en el tanatorio. –se defendió Selene que acababa de entrar al salón, mientras tecleaba algo en su móvil.

–Yo no conduzco mal. Solo conduzco rápido. –sonrió angélicamente.

Selene la ignoró y se acercó para darme un casto beso en los labios, cuando se agachó y su pecho se apoyó ligeramente en mi vientre, el niño dio una de sus patadas destructoras.

Hijo de su madre.

<<Eres tú>>.

–Se mueve más que de costumbre. –sonrió Selene sin separarse de mí.

–Gracias Sherlock, no nos habíamos dado cuenta, en especial Diane que para nada lleva cargando al ocupa durante nueve meses. –espetó Alexandra con evidente sarcasmo.

—No hablaba contigo Winnie de Pouh.

Dejé de escucharlas cuando un dolor agudo, seguido de un calambre me recorrió por toda la espina dorsal hasta llegar a mi vientre. Cerré los ojos con fuerza.

¡¿Podrías no matar a tu incubadora, por favor?!

Con dificultad me incorporé en el sofá hasta quedar sentada. Cerré los ojos con fuerza y apoyé mi mano en mi vientre, al sentir otro calambre destructor en mi espalda baja.

Nadie me advirtió que esto dolía tanto.

<<Y acabamos de empezar>>.

–¿Diane, te encuentras bien? –preguntó Viktoria creando que las hermanas se callasen.

Negué con la cabeza, aún con los ojos cerrados. Con cuidado me incorporé en el sofá y sentí un líquido recorrer por mis piernas.

Hubo un silencio sepulcral.

Abrí mis ojos y miré hacia mi alrededor en busca de ayuda. Alexandra y Max estaban en shock; Viktoria con los ojos abiertos como platos y Selene estaba más pálida de lo normal. Miré hacia abajo y vi un líquido transparente recorriendo mi pantalón y el sofá.

Mierda.

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora