CAPÍTULO 8

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POV DIANE

Noté como alguien me zarandeaba el hombro. Murmuré que me dejase y me acurruqué al asiento.

La verdad no estaba de humor para nada. Solo quería acurrucarme en mi cama y llorar hasta que me quedase sin fuerzas y esperar que, por algún milagro, Dios o quien sea que esté allí fuera sintiese algo de misericordia por mí y dejase que la tierra me tragase.

Claro que no fue así y recordé que tenía que volver a la realidad. 

Muy a mi pesar abrí los ojos y estos se encontraron con los de Alexandra, quien me dedicó una breve sonrisa.

–Ya hemos llegado. –me dijo.

Me incorporé y con su ayuda salí de la furgoneta.

Nos recibió un auténtico palacio y no exagero. En la entrada, se encontraba un patio con mosaicos y esculturas de piedra. No me pude detener mucho para observarlo, porque los guardias y las hermanas se adentraron al palacio.

Por fuera parecía Hogwarts con el estilo gótico, excepto por sus tonalidades blancas.

La mansión en sí era con grandes ventanales. Tenías que cruzar dos escaleras para entrar a la puerta principal, la cual estaba adornada con pilares.

Entramos dentro y me encontré con arco gótico en frente. Observé desde mi lugar. Todo era hermoso y delicado. A mi izquierda había unas escaleras, donde estaban las habitaciones, porque arriba tenían un balcón y se podían ver las distintas salas. Debajo, me pareció ver una sala de estar.

–Bienvenida a tu nuevo hogar. –dijo con avidez Alexandra.

–No exageres. –le reprochó su hermana.

Miré hacia arriba. 

¡Hasta tenían una réplica de la creación de Adán de Miguel Ángel!

–Es precioso. –dije mirándolo todo.

Un ruido de arriba me alertó, causando que mirase hacia las escaleras, donde me encontré a una niña de unos catorce años, castaña y ojos marrones observándome.

Era la réplica de Selene.

La niña se abalanzó sobre la castaña y ésta la abrazó con fuerza y entre risas.

–No te veo en dos meses y estás echa toda una mujercita. –dijo apartándose de la chica y arremolinándola el pelo. La menor gruñó, peinándoselo con los dedos.

–¿Para mí no hay nada? –preguntó Alexandra con un puchero, para que luego la niña se acercase y la abrazase.

–Yo también me alegro de veros. –dijo ella sonriente, apartándose de la rubia.

<<Esto es incómodo>>.

Su mirada se posó en mí y su ceño se frunció.

–¿Y tú quién eres? –preguntó acusadoramente.

La verdad no sabía qué contestarle, porque literalmente sería el vientre de alquiler obligada por la chica que tanto abrazaba y que, cuando naciese el bebé me venderían y si soy sincera, no sabía si esta sería mi parada final o si me matarían, cuando la niña se marchase.

Tiene pinta de ser importante para las hermanas. Supuse que debía ser amable con ella si quería ganarme el favor de las Ivanov.

Además, es una cría no tiene la culpa de los actos de otras personas.

–Diane. Aunque mis amigos me llaman Di. –dije alzando mi mano en forma de saludo. 

La adolescente la tomó con cierta desconfianza.

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora