CAPÍTULO 24

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POV DIANE

Aquel hombre me miraba con un semblante frío y calculador y yo no sabía en dónde meterme.

–¿Eres muda o estúpida? –me soltó. A lo que casi me planteo pegarle un puñetazo allí mismo. –Dudo mucho que a tu señora le agrade la idea que estés en el cuarto de su madre.

Espera, espera ¿Ese era el cuarto de la madre de Selene? ¿Me acababa de llamar sirvienta? ¿Tan mala pinta tenía?

–Yo... N-no sé de qué me hablas. –titubee.

Ese hombre daba miedo.

–Eres nueva. –su pregunta sonó más a una afirmación desde mi perspectiva. Iba a replicar, pero me calló con un gesto en la mano, para luego soltar una sonrisa ladina que me dio náuseas. –para tu información nadie entra aquí desde la muerte de los anteriores señores. El necio que se atreve a entrar no sale con vida.

<<Ups>>.

–L-lo siento n-no quería...

–Sería una pena un desperdicio matar a una carita como tú. Te ofrezco un trato, —espetó haciéndome caso omiso, acercándose peligrosamente a mí. Este hombre no me gustaba para nada. –mi silencio no es gratis y como todo en esta vida tiene un precio.

Su mano áspera cogió un mechón rebelde de mi cabello y lo echó hacia atrás. El corazón me latía desbocado por culpa del miedo. El hombre aclamaba superioridad, arrogancia y clase, lo que significaba que tenía poder y pegarle no sería una opción. Su mano no se quitó de mi mejilla, la dejó ahí. Intenté zafarme de su agarre, pero me agarró con fuerza del ante brazo causándome un gemido de dolor.

A la mierda lo que pasaría después.

–Suélteme. –ordené.

Primer aviso.

–¿O qué? No eres nadie en esta casa, estás en mi poder y me debes un favor. –dijo cogiéndome de las caderas. Intenté volver a apartarme, pero no conseguí nada.

Segundo aviso.

Subió sus asquerosas manos sobre mi cuerpo, mientras me empujaba a una esquina.

Tercer y último aviso.

Le pegué con todas mis fuerzas una patada en su entrepierna lo necesario para que se apartara dolorido. Lo empujé lejos de mí y comencé a correr escaleras abajo. Ese hombre me superaba en fuerza y contextura. Luchar cuerpo a cuerpo contra él, sería un suicidio y más si estaba enfadado y después de lo que había hecho, lo estaría.

No llegué ni a la mitad de las escaleras, cuando algo o más bien alguien me agarró con fuerza el pelo. Solté un gemido de dolor.

—Maldita...

No le di tiempo a terminar porque pegué un cabezazo hacia atrás, impactando directamente mi cabeza con su nariz y luego una patada en su gemelo derecho. Me soltó y aproveché para salir corriendo escaleras abajo a la habitación de Selene y por suerte encontré un abre cartas. Lo tomé.

Miré a mi alrededor, ni rastro del hombre. Salí del cuarto, para ver donde estaba, cuando unas manos se apoyaron en mi cintura y en mi boca.

–Voy a enseñarte sobre cómo tratar a tus superiores. –me susurró.

Sin pensármelo dos veces, le pegué una patada en la espinilla haciéndole perder el equilibrio. Aprovechando su distracción le corté en toda la cara con el abre cartas. Me dio igual lo que pasase después, era mi vida o la suya y en este preciso momento valoraba más la mía que la de él.

El hombre soltó un chillido de dolor, tapándose la cara, ahora ensangrentada. No lo mataría, pero le dejaría una buena cicatriz. Estaba a punto de volver a atacarle, cuando una voz sonó en la entrada.

–¿¡Se puede saber qué ocurre aquí?! –la voz enfurecida de Selene resonó por toda la mansión.

Mierda.

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora