CAPÍTULO 11

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POV DIANE

Llegué a mi nueva habitación, me tumbé en la cama y me acurruqué en ella en forma de ovillo. Me tapé hasta la cabeza con las sábanas y suspiré hondo.

Lo tenía todo y nada a la vez. Tenía todo material. Una cama, comida, vivir en un palacio, solo si hacía todo lo que me dijese Selene, cosa que no me emocionaba mucho porque eso significaba perder el poco control que me quedaba de mi vida y mis decisiones, pero ya había perdido esa libertad cuando me secuestraron aquí.

Echaba mucho de menos a mi padre, Tom, mis amigos, mi trabajo, las misiones... Sin contar que era muy probable que no les volviese a ver de nuevo.

Una lágrima rebelde salió de mi mejilla y la sequé rápidamente con el dorso de mi mano.

Cerré los ojos. 

Empecé a recordar todo lo que había hecho en mi vida, y la verdad era que me sentía orgullosa. Era lo único que me quedaba. Sumergirme en el glorioso mundo de los recuerdos y fantasear con que nada de esto estuviese pasando.

[...]

Me desperté teniendo un pequeño cosquilleo en mi entrepierna. Intenté moverme, pero unas manos con uñas rojas me lo impidieron.

Me apoyé en mis codos y pude ver y sentir la respiración pausada y abrasadora de Selene en mis muslos. Iba a decir algo, pero se subió a horcajadas encima mío y posó su dedo índice en mis labios pidiéndome que me callara y fue descendiendo su dedo por mi cuello erizándome los bellos de la piel.

Cuando llegó a mi pecho extendió la palma de la mano y con un poco de presión me obligó a que me tumbara. Cuando lo hice, posó sus labios sobre los míos y sus manos en mis muñecas impidiéndome moverme. Bajó la cabeza hasta mi cuello y sus labios juguetearon con mi lóbulo derecho.

–Voy a hacer que ruegues por mí, Sladkaya Diana. –sentenció con una voz ronca y sensual antes de morder mi oreja haciéndome estremecer.

Desperté agitada, con la temperatura corporal a mil, la respiración irregular y una capa de sudor en mi frente. Todo estaba oscuro, pero sabía que mis mejillas estaban enrojecidas igual que mi nariz.

¿Qué me había pasado?

Calmé mi respiración, mientras me levantaba al baño. Una ducha fría me calmaría un poco. Moví el picaporte y la puerta no se abría.

Estaba cerrado.

Genial.

Me metí en el armario en busca de algo más cómodo que el vestido que llevé para la cena y encontré unos pantalones holgados de pijama y una blusa holgada.

Volví a meterme en la cama y a los pocos segundos volví a conciliar el sueño.

Sentí como alguien movía mi brazo ligeramente, me tapé con las sábanas hasta la cabeza, y el tintineo de los tacones contra la madera se alejó de la cama.

Cuando pensé que me iba a salir con la mía y podría dormir más, alguien abrió las cortinas, dejando entrar con furia el sol. Refunfuñé y me di la vuelta en la cama para el lado contrario acurrucándome en las mantas.

El frío me caló los huesos cuando la figura quitó mis sábanas fuera de la cama. Cogí mi almohada, y la lancé a tientas hacia la silueta.

Al oír que la almohada no había caído al suelo abrí los ojos para ver si había acertado, y así era. La cara desconcertada de Selene y con sus pelos, ahora ya no tan perfectos por culpa de la almohada causó que soltase una risita y luego temblase de miedo cuando caí en cuenta de lo que había hecho.

Que no se enfade, por favor.

Selene, pareció salir de su trance y tiró hacia debajo de mis tobillos dejando mitad de mi cuerpo fuera de la cama y la otra pegada al suyo. Sus labios estaban a milímetros de los míos. Mi respiración era errática. 

Estaba demasiado cerca para mi gusto. 

Las imágenes de mi sueño aparecieron por mi cerebro haciéndome temblar.

–Apártate. –dije con todo el orgullo que podía tener. Si se quedaba más tiempo, no me haría responsable de mis actos.

–Dame una buena razón. –susurró con voz ronca en mi oído. Mordí mi labio inferior en un acto reflejo. Se apartó de mí y cogió con su mano, mi mentón. Esos ojos avellana me miraban fríos y me inspeccionaban como si buscasen alguna imperfección. –No hagas eso.

–¿El qué? –pregunté y ella miró mi labio inferior atrapado por el superior.

–Eso.

–Dame una buena razón. –pregunté en el mismo tono arrogante que ella había usado. 

Puede que esto fuese imprudente, ya que no jugábamos en las mismas condiciones, pero quería ocultar mi miedo. Su mirada se oscureció y sus ojos se dilataron quedando casi negros. Luego, su mirada se volvió a posar en mis labios, ahora entreabiertos.

–No juegues con fuego, Saldkaya Diana. –volví a morderme el labio y con todo el valor que el mundo pudo darme, me acerqué a su oreja.

–Me gusta quemarme. –Selene se aproximó a mí y sus labios rozaron los míos. 

Cerré los ojos para saborear un beso que jamás llegó. Sus labios se apartaron de los míos y la miré confundida.

–Entonces, me encantará arder. –dijo dejándose de apoyar su rodilla en la cama y se incorporó alejándose de la cama. –Te espero en la cocina en veinte minutos y vestida. Acabo de abrir la puerta del baño, para que hagas tus... necesidades. –dijo con una sonrisa malvada en sus labios.

No podía saber nada, ¿no?

Tragué seco al recordar sus palabras.

<<Yo lo sé todo.>>  

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora