CAPÍTULO 22

1.4K 116 17
                                    

POV SELENE

Diane estaba cara a cara a mi lado. Por fin lo había conseguido. Su cuerpo, al igual que el mío estaba cubierto únicamente por las sábanas y su rostro estaba relajado. Dormido. Sus delicadas facciones, sus labios rosados estaban entre abiertos dejando ver sus blanquecinos dientes, junto con sus ojos cerrados, esos que parecían arrancados del océano.

Era un ángel, mi dulce e inocente ángel.

Analizar a Diane era como analizar el océano. La dirección de sus olas o cuando desataría en una tempestad era difícil de predecir, pero no imposible. Cuando pensabas que haría una cosa hacía otra. Cuando la besé en la pista de hielo, pensé que se alejaría o ni siquiera se movería, no obstante, aquí está: sus piernas entrelazadas a las mías, su cuerpo de lado, al lado del mío, dormida en mi cama y por último, pero no menos importante, desnuda.

Lo había conseguido. Me dije enorgullecida.

No era que no supiese que caería, es decir, no quiero sonar egocentrista, pero ningún hombre o mujer puede resistirse a mis encantos.

El cuerpo de Diane refunfuñó cosas sin sentido, quedándose boca abajo, con el pelo enredado sobre su hermosa cara quitándome las vistas.

Sonreí al ver como se peleaba con las sábanas aún en el quinto sueño.

Ahora la que refunfuñaba era yo. Por primera vez en todo el tiempo que llevaba ella aquí, me permití el lujo de acercarme a ella sin ningún temor al rechazo.

<<¿No decías que nadie se resistía a tus encantos?>>. preguntó con sarna mi conciencia.

Cállate.

Inhalé profundamente y exhalé todo el aire de mis pulmones. Su nariz rozaba con la mía, causándome leves cosquillas. Seguí observando su rostro cubierto por su enredada cabellera.

Aparté algunos mechones.

Esto no debía de estar bien. El amor nunca estaba bien. Menos para alguien como yo.

–¿Cuánto tiempo vas a seguir mirándome? –preguntó mi acompañante con una sonrisa pícara y juguetona en sus labios. 

Decidí seguirle el juego.

–Hasta que me aburra.

En ese instante abrió esos majestuosos ojos azules que tan loca me volvían.

–¿Cuánto tiempo será ese? –dijo mordiéndose el labio inferior y acercándose a mí. Sí es que eso era posible.

Nono, eso es golpe bajo.

Lo peor es que ella lo sabía y lo usaba en mi contra. Me había equivocado con ella, no era una simple soldado alemana que se había criado en Canadá.

Era observadora y no daba ningún movimiento a no ser que estaba segura de ganar dos. Tal vez eso fue lo que me llamó tanto la atención. Eso y que sabía cómo en solo un par de semanas volverme loca y manipularme a su antojo con sus encantos. Incluso había conseguido que subiese el sueldo de mis trabajadores y ofrecerles una mejor condición laboral y eso me aterrorizaba.

Que tuviese tal efecto en mí me aterrorizaba.

Temía del hecho de que pudiese romper mis barreras y anteponerse ante ellas, manipularme a su antojo a base de sus palabras y sus encantadores actos.

Es lo que yo haría. Manipularla. Y debía hacer algo para evitar caer en sus redes. Antes de que fuese demasiado tarde.

Aunque no sabía que era peor: si dejar mis sentimientos a un lado, como siempre había hecho, o dejar que entrara en ellos.

TATUAJES DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora