Jugadoras, gerentes, espectadores....
Aquí podremos ser todo lo que queramos.
Aquí, podremos reír y llorar, enamorarnos y odiar.
Viviremos una vida junto a nuestros jugadores favoritos, y como diría Mark...
¡Juguemos al fútbol!
Ella... Ella era Bellatrix. A Bellatrix no podría pasarle algo así. Bellatrix era perfecta. Y él...
Él era un estúpido que no miraba nada más allá de su maldito balón, sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. O al menos así intentaba autoengañarse mientras lo veía a través de la televisión.
Un suspiro angustiado brotó de sus labios y las lágrimas ya luchaban por deslizarse por sus ojos. Ella nunca había sido tan débil como estaba siendo en aquellos momentos, desde que admitió lo que realmente sucedía en ella estando cerca del capitán de la selección japonesa sentía que era más irascible con todo lo que sucediera. Sentía como el control se escapaba de sus manos a cada dos por tres.
¿En qué momento comenzó a afectarle tanto?
Una sonrisa triste se deslizó por su rostro, reconociendo para sí misma que aquello no era tan extraño. Él fue el único que luchó contra ellos, contra la Academia Alius y nunca se rindió. Ella vio como siempre, aunque sus fuerzas exigieran un maldito descanso, él sonreía y daba más todavía. Vio sus ánimos a sus compañeros sin flaquear, aún cuando él también necesitara quien lo animara. Él era el pilar de todos en aquel equipo, la razón por la que el Raimon había podido vencer al Génesis. Sin embargo, no había nadie en quien él pudiera apoyarse.
Nadie veía como Mark se caía, como flaqueaba... Nadie estaba allí para él.
A veces, Bellatrix se arrepentía del maldito instante en que se acercó a él, decaído, bajo el árbol donde siempre colgaba su estúpida rueda.
Ella debería haber huido, haber corrido tan lejos como le permitieran sus piernas envueltas en esas botas de tacón y cuero negras. Ella debió haberse dado cuenta de que él iba a destruir su mundo. Debió de saberlo desde el instante en que su sonrisa calmo la tormenta que había dentro de ella, desde que su sonrisa se tiño en comprensión incluso después de que ella hubiera chutado aquel balón con todas sus fuerzas hacia su padre, aunque lo acabara recibiendo Xavier.
Aquel hombre la había destruido. Ella había dado todo de sí misma para recibir, aunque fuera un poco de ese amor que el le daba a Xavier, había dado todo de ella en el proyecto Génesis para que la mirara con orgullo, lo había dado todo. ¿y él que hizo para agradecerlo? A la única persona a la que ella llamó padre en su vida, renegó del proyecto Alius al que ella había sacrificado todo. Como si de basura para tirar se tratase. Ella prefirió el dolor asfixiante de apagar el limitador de poder en aquel partido a desobedecer sus ordenes y decepcionarlo como hizo Xavier. Ella dio todo lo que tenía por él...
