Jugadoras, gerentes, espectadores....
Aquí podremos ser todo lo que queramos.
Aquí, podremos reír y llorar, enamorarnos y odiar.
Viviremos una vida junto a nuestros jugadores favoritos, y como diría Mark...
¡Juguemos al fútbol!
La risa brotó del fondo de su corazón al ver el rostro rojo de Silvia.
-Seguro que debe de estar mandándonos al diablo ahora mismo..- murmuró entre risas.
-Si, como mi hermanito.. Seguro que os ibais a divertir mucho esta..
El almohadazo que le tiró a su cuñada la calló al instante para hacer saltar en risas a las chicas.
-Eso es para que aprendas a..- sintió algo chocar contra su rostro.
De inmediato cogió la almohada para lanzarla con fuerza sin fijarse hacia dónde hasta que oyó el chillido de Nelly.
-¡Guerra de Almohadas!- gritó Celia.
Y en un segundo lo que era la gran sala de estar de la casa de Nelly se transformó en el campo de batalla. Los balazos-almohadazos empezaron a llover por todas partes, inundando la sala de sus risas. Recibiendo uno de esos golpes monumentales Florencia se dio cuenta que realmente las chicas se habían convertido en su familia, que junto a ese montón de testosterona a la que llamaban equipo, se habían convertido en todo lo que su yo pequeña deseaba. Sobre todas aquellas cosas había una que destacaba, como si estuviera tintada de fosforito, el nombre de Jude Sharp se encendió en su mente.
-Están muy ricas, ¿de dónde las compras?- inquirió Silvia probando unas papas triangulares que había entre el montón de platos puestos en el suelo.
-De la tienda que hay a un lado de la farmacia.
-Empezaré a comprarlas de allí.- le sonrió a Camelia tomando una y volviendo a degustarlas.
-Hay que servirlas en tu boda, Flo. Están riquísimas..- sonrió Celia.
La nombrada sintió como un pedazo de papa se me atoraba en su garganta impidiendo el paso de aire. Comenzó a toser en un intento de sacarlo de allí.
-¿Que.. qué boda?- inquirió una vez lo consiguió.
-¿Cómo que qué boda? ¡Pues la tuya!- explicó la peliazul como si fuera obvio.
-¿Cómo? ¡¿Te vas a casar?!
-¡Y yo soy siempre la última que se entera!- se quejó Silvia.
-Pues mira tú, ¡ni yo lo sabía y se supone que es mi boda!- se quejó.
-¡Ay! Yo ya no entiendo nada.
-Pues que ya va siendo hora de que os caséis, quiero ser tía... ¿Cuándo pensáis casaros?
Las mejillas de la Sharp se calientan ante sus palabras puesto que ni Jude ni ella habían sacado en algún momento el tema del matrimonio o de los niños. Se dedicaron durante estos años a amarse como si no hubiera un mañana, como si la vida se pudiera acabar en cualquier instante. Pero simplemente la idea de tener un pequeño Jude llamándola ''Mamá'' la llenaba de una satisfacción...
